lunes, 13 de junio de 2016

ARRORRÓ

                                                
  —Siéntese donde quiera, Claudio, ése es su nombre, ¿verdad?
  — Mmnno, Claudio, ése es mí lugar, elija entre lo que le queda.
  — Mire, Doctor…
  — Llámeme Jorge, por favor.
  — Mire Doctor Jorge, soy un adulto ubicado en tiempo y espacio. Esté dónde esté, lo sé perfectamente y eso es lo que me preocupa. Me casé, tengo hijos. Mi trabajo es estable. Hice todos los duelos por los que ya no están.
  — Su vida parece perfecta, Claudio, continúe, porque no entiendo bien cuál es el conflicto.
   — Mire Jorge o Doctor, como guste, vine porque hay un duelo que no puedo superar. Me da tanta vergüenza, que el único modo que encontré, apropiado, es pagar a alguien para que me escuche, alguien que no sepa la clase de persona que soy. Desde ya le advierto que no quiero venir una vez por semana. Me mataría.
  — Claudio, tranquilo, cuénteme y olvídese del después, ¿nos parece bien?
  — Atajate ésta, Dr. Jorge, no pude nunca, elaborar la pérdida del chupete. Los servicios que me daba, teta cuando no había, caramelo cuando no me dejaban, mejor que el chicle para la bronca y más placentero que el dedo en la boca para dormir.¿Cómo hago Jorge? Es un papelón para mí mismo.
  — No es ningún papelón, Claudio, tengo pacientes que
también extrañan sus chupetes, es un vicio, como fumar.
  — ¿El chupete es un vicio?
  — Como si lo fuera, Claudio, para usted no lo es, pero lo
extraña, lo sufre.
  — Jorge, ¿Qué debo hacer? Otra sesión no quiero.
  — Ud. Elige, Claudio, por ser nuestra primera y última sesión, le sugiero, que se compre un chupete, lo use y trate de no perderlo. ¿Me explico?
                                                                  

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