—Siéntese donde
quiera, Claudio, ése es su nombre, ¿verdad?
— Mmnno, Claudio,
ése es mí lugar, elija entre lo que le queda.
— Mire, Doctor…
— Llámeme Jorge,
por favor.
— Mire Doctor
Jorge, soy un adulto ubicado en tiempo y espacio. Esté dónde esté, lo sé
perfectamente y eso es lo que me preocupa. Me casé, tengo hijos. Mi trabajo es
estable. Hice todos los duelos por los que ya no están.
— Su vida parece
perfecta, Claudio, continúe, porque no entiendo bien cuál es el conflicto.
— Mire Jorge o
Doctor, como guste, vine porque hay un duelo que no puedo superar. Me da tanta
vergüenza, que el único modo que encontré, apropiado, es pagar a alguien para
que me escuche, alguien que no sepa la clase de persona que soy. Desde ya le
advierto que no quiero venir una vez por semana. Me mataría.
— Claudio,
tranquilo, cuénteme y olvídese del después, ¿nos parece bien?
— Atajate ésta,
Dr. Jorge, no pude nunca, elaborar la pérdida del chupete. Los servicios que me
daba, teta cuando no había, caramelo cuando no me dejaban, mejor que el chicle
para la bronca y más placentero que el dedo en la boca para dormir.¿Cómo hago
Jorge? Es un papelón para mí mismo.
— No es ningún
papelón, Claudio, tengo pacientes que
también extrañan sus chupetes, es un vicio, como fumar.
— ¿El chupete es
un vicio?
— Como si lo fuera, Claudio, para usted no lo
es, pero lo
extraña, lo sufre.
— Jorge, ¿Qué debo
hacer? Otra sesión no quiero.
— Ud. Elige,
Claudio, por ser nuestra primera y última sesión, le sugiero, que se compre un
chupete, lo use y trate de no perderlo. ¿Me explico?
No hay comentarios:
Publicar un comentario