miércoles, 8 de junio de 2016

SOMOS FAMILIA


   Vivíamos las cuatro juntas. Delirio, la más chica, de setenta años, atendió el timbre. Había tres hombres y un perro. Los dejó pasar, Angustias, de ochenta y cinco años y Martirio, de noventa años, dejaron sus tejidos. Los hombres entraron y se presentaron de uno en uno. Educados, bien vestidos y comedidos.
   El perro desapareció en las habitaciones y los tres se dedicaron a buscarlo. Tardaban tanto, que la mandamos a Delirio para ver qué sucedía. Vio a los hombres contando dinero en euros, poniendo en un bolso las joyas de todas nosotras. Bajó a decir lo que vio —Delirio, tus descubrimientos siempre son un delirio. Mirá si esos señores, tan distinguidos iban a cometer imprudencias.
   Los tres dijeron ser sobrinos nietos de Martirio, justo la que perdió la memoria, igual pensó mucho en qué quería decir sobrinos, nietos, ella misma. Los invitó con un té, Angustias pudo ver el reloj de su padre, colgando del bolsillo del más alto. —Eso que tiene colgado, era de mi padre.
   El tipo se puso Kung Fu y sacó una soga y una navaja, nos amuchamos bajo el piano. Nos tenían cercadas. Tomaron nuestros licores con toda tranquilidad y se fueron dejándonos encerradas. Los golpes de la desesperación fueron escuchados por todos y tiraron la puerta abajo, cayó sobre Martirio, quedó planchada para siempre, como decía ella —Me sobran años y esto de la vida me aburre, tal vez sea hora…
   Quedamos sólo tres, parece que lo de Martirio y nosotros tuvo prensa a nivel nacional e internetón.
   Nos pagaron muy bien, la parte de Martirio se la dejamos a los sobrinos ladrones, que después de todo, eran sus sobrinos.
                                                                     

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