miércoles, 15 de enero de 2020

BANCO NAZI-ON


   
   —Qué muchacho simpático es usted, Nino.
   Cómo sabe mi nombre y me largó un piropo antiguo, ¿será trolo?
   —Usted es madrugador, lo veo salir en su Renault y me pregunto, a dónde va?
   Le voy a contestar, es viejo y está muy solo, merece una respuesta.
   —Así como me ve, con esta cara de idiota, tengo tres Carreras en mi haber, soy Ingeniero, Abogado y Médico, con un Master en no sé qué mierda. A esta altura de mi vida, no sé nada, es lo único que sé. Hace cinco años que salgo a buscar trabajo. Llevo esta carpeta sobada, de tanta recomendación inútil. La síntesis de mi respuesta, sería el “No”. Es la respuesta que más escucho, decorada con “Estamos en comunicación”, “Hay que esperar”, “En cuanto sepa algo”, bueno, creo que he concluido con su interés. Me voy porque tengo una entrevista. Que siga usted bien, tomando unos mates, con el gato al lado, coronado de glicinas. Recién me doy cuenta que en cinco años, jamás reparé en su presencia. Disculpe mi ceguera, adiós.
   Esta mañana reboté como todas las mañanas, fui a comer a lo de mi Vieja, que está jubilada y apenas le alcanza para sobrevivir. La pobre va día por medio al Banco Nazi-on, para que le den la constancia de Supervivencia.
   La máquina no le toma su huella dactilar, sale en la pantalla: “No corresponde, vuelva a comprobarlo con otro dedo”. Mi Vieja, que siempre fue de pocas pulgas y se había sosegado, ahora las recuperó, abandonó su esperanza tecno y entró en el Banco al grito de: “¿Dónde tengo que meter mi dedo, para dar cuenta que estoy viva?, ¿eh, eh? En el orto, tal vez”.
   Le quedan unos mangos de la Pensión de mi Viejo. Pero a la pobre se le van por mantener a un boludo, que en este caso soy yo. Cuando llegué a casa, con mi carpeta sobaquera, escucho una voz que saludaba: —Nino, no me cuente cómo le fue, porque ya sé. Tengo una propuesta en firme, si usted acepta. Es un trabajo de Custodio, en la Gobernación, trasladar personas, por llamarlos de algún modo, con un Cargo en el Gobierno. Tiene un protocolo, llevar tres armas, una es la sobaquera, otra en el cinturón y la tercera en las medias. Piénselo.
   No le voy a mostrar, pero me dan ganas de llorar. ¡Por fin un trabajo!
   —Ni lo debo pensar, delo por hecho.
   Mi única virtud es hacer personajes. Al principio fue traumático, ser un Custodio tan cargado de armas, trasladar al Ministerio de “Asignaturas Pendientes” o al Secretario de la Gobernación, Thompson y Williams. Eran personas con el aburrimiento estampado en sus cuerpos. Yo empezaba una conversa prudente, y en cuanto veía que el tipo se reía, seguía contando disparates. Antes de subir al auto, miraban al Custodio y si era yo se aflojaban la corbata y esperaban mis charlas. El General Teagarra, me dijo: —Sé que usted está muy lejos de ser analfabeto, tiene en su haber, varias Carreras hechas y demás detalles de su persona, que recibí de la Siderurgia. Me parece, Nino, que usted no merece el lugar donde está. Le ofrezco el Directorio de la Empresa Bizarra Finoli. Su única actividad es vestir de oscuro, con corbatas de seda italiana, zapatos Timberland, camisa blanca y mirar siempre con el mentón levantado y la espalda, una espada. Recorrer todos los despachos, usted entra por adelante, recorre mesándose la barba y sale por atrás. Es una oportunidad, donde la fatiga no existe. El sueldo se deposita en el Banco Nazi-on y le resultará satisfactorio, son dos millones mensuales. Los pagos se extienden hasta su Señora Madre, si fuera tan amable, infórmele, que llevará en el anular, el diamante que perteneció a la augusta Señora de Palito Ortega.
   Fui a contarle todo lo sucedido a mi oportuno y generoso Vecino.
   —¡Por fin, Nino, se hizo Justicia! Justicia argentina, pero Justicia al fin. Si usted no lo toma a mal, Doctor Nino, ¿Me puede presentar a su Señora Madre?

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