Yo no sé si
Trump es despiadado, fronterizo, pero leí que buscaban gente joven para pelear
en Irak.
—Este año
terminás tu Carrera de Medicina y veo en tus ojos, la remota posibilidad que te
anotes en la contienda.
Ramón se había
postulado como soldado, en la Embajada de EEUU, le interesaba trabajar como
Médico y fue aceptado. Le dijeron que le pagaban en dólares, una cifra
interesante.
—No te vuelvas
loco, pero me anoté como soldado en Irak.
El Padre lo miró
a Ramón y se remontó a la infancia de su hijo, le enseñó a disparar todo tipo
de armas. Salían de caza y Ramón mostraba una habilidad que hacía sentir a su
Padre un idiota.
Si hubiera
sabido que Ramón era capaz de meterse en el medio de una guerra, le enseñaba
carpintería.
“Querido Padre:
Ya estoy aquí, no hay un árbol ni un yuyito. El verde sólo existe en el
uniforme de los soldados camuflados.
Me dieron tareas
de salvamento, tengo a cargo diez carpas de soldados heridos acostados sobre
lonas. Hay un equipo de venezolanos, que se ingenian para atender personas,
casi agonizantes. Los sacamos con elementos inventados, cirugías rápidas y una
asepsia elemental. Caen bombas a cualquier hora. Cuando se van quedan personas
destrozadas. Ese momento es el más bravo, hay que elegir, no tenemos tiempo de
discutir, nos ocupamos de los más enteros. A veces se trata de suturar y
envolver con trapos más o menos limpios, que nos acercan las mujeres, son pocas
pero excelentes trabajadoras.
Padre, me
despido, tengo que presentarme urgente. Te quiero.”
LO QUE FUE UN
DIARIO
“Los nuestros
hicieron explotar un camión de los nuestros, cuando cambian el color del
camuflaje, ocurren estas cosas absurdas. Llevo arrastrando tres de las camisas,
veo a mis amigos entre humos, tienen una camilla, son privilegiados, ahí
amontonaron a cuatro flacos.
Ahora miro a
dónde pongo estos tres, que por suerte o por desgracia, están conscientes y
vivos. Encontré una lona que fue blanca, ahora tiene mugre de toda índole. Los
ubico de a uno y dejo algunos espacios, para poder trabajar.
Viene una de las
Mujeres que provee vendas blancas, de dónde sacan el agua, es un misterio,
pozos naturales, dicen algunos, pero yo nunca vi ninguno. Saco de la mochila un
bisturí y unas pinzas improvisadas, es canadiense, se banca los tajos, no tuve
salida. La otra que me quedaba era amputarle una pierna, le di varias vueltas
apretadas, con las vendas que trajeron. Tenía inyecciones de morfina y
detuvieron su dolor.
Pasé al que
estaba al lado, la herida principal era en el estómago, sólo me fue posible
meterle las tripas y coserlo. Le di la última ampolla de morfina que me
quedaba. Ése era yanqui y me pidió que le avisara a su familia, que lo irían a
buscar, el pobre tipo deliraba, yo le decía a todo que: OK.
Me pasé al tercero,
tenía pulso, pero perdió tanta sangre, que no pude hacer nada. Quiso hablar,
pero murió antes.
El campamento, era
más un pedazo de tierra, con soldados muertos por todas partes y sangre, mucha
sangre. Encontré a las Señoras de las vendas, acribilladas. Rescaté las vendas,
pero no supe por dónde empezar. Sentí algo caliente en mi espalda y fue
demasiado tarde, no sabía ni dónde estaba, todo me daba vueltas…”
Al Padre le
llegó un auto, con un Señor de Civil y una carta sellada:
“Lamentamos
comunicarle, que su hijo, Ramón Ponce de León, ha perdido la vida…”
El Viejo salió a
la calle al grito de: “Trump asesino, yanquis de mierda. ¡Ramón, mirá lo que te
hicieron!”
Tres vecinos lo
llevaron a un Centro Psiquiátrico, donde hace cuatro años, que trata de
reponerse.

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