lunes, 20 de enero de 2020

UN VERANO


   Estrenaban la pileta, el calor empujó a los mellizos, primos, amigos.
   —Chicos, vengan que los manguereo, no quiero que se tiren sin bañarse. Después solitos se meten la manguera adentro de las mallas, por si hay restos de cacona.
   —Matías, nos hace pasar vergüenza, decile que la corte, vos sos su preferido.
   Es maniática de la limpieza, cuando vio nuestros amigos dijo: —Ah, no. Es una pileta familiar, si tienen calor vayan al Club. Pero una docena de chicos, ahora ya está. Lo más bajo son dos metros y en el otro extremo, cinco metros. Mi Marido fue campeón de natación, cuando vuelva del trabajo, es capaz de echarlos mal a los gritos. Le gusta la pile vacía. La última, no quiero reclamos de Padres, ¿se entendió?
   Pendejos de mierda, yo me quería meter con la bikini de hilitos, pero están grandes, ya miran. Me lleno la bañadera y pongo la música al taco, para no escuchar sus gritos histéricos. Leo una novela.
   Me dormí, a los chicos los vinieron a buscar los Padres. Quedaban los mellizos, los dos seguían pileteando, pero había algo raro, Matías bajaba en lo más hondo y subía y bajaba otra vez.
   —Mamá, Tobi quedó en el fondo y no lo puedo sacar.
   Seguro que está jugando, eso es el plomazo de tener mellizos. Si con uno es más que suficiente. Por suerte llegó el Padre y lo sacó, le hicimos respiración boca a boca, escupió un poco de agua y respiraba con dificultad. Llamamos al Vecino, que es Médico Pediatra, él atendió mi parto.
   —Estoy haciendo lo mismo que ustedes, pero creo que Tobi…no tiene pulso.
   Hizo un silencio, se tapó la cara con las manos y se puso a llorar. Mi Madre abrazó a Matías, hablaba perdida y no lloraba, les explicaba al Marido y al Vecino: —Así va a ser mejor, un sólo hijo está bien, dos era una multitud. Además me quedó Matías, es mi predilecto desde que nació. Ahora van a venir y dar sus pésames pesados, por el angelito. No pienso atender a nadie. Para mí Tobi no existe, ni siquiera sé quién es. Bueno, vamos a comer que mañana tienen Escuela, Tobi y vos Matías, en especial, vayan a lavarse las manos.
   La internaron en un lugar, con jardines arbolados, césped bien cortado y enredaderas con flores.
   —¿Y, cómo estamos Hoy?
   Ella seguía jugando y apenas le contestaba. 
   —Me encuentro un poco agitada, Tobi y Matías viven corriendo, es raro, porque casi nadie los ve. Mire, Doc, qué casualidad, aquí lo encontré a Tobi que es el más cariñoso y mi predilecto.

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