Estrenaban la
pileta, el calor empujó a los mellizos, primos, amigos.
—Chicos, vengan
que los manguereo, no quiero que se tiren sin bañarse. Después solitos se meten
la manguera adentro de las mallas, por si hay restos de cacona.
—Matías, nos hace
pasar vergüenza, decile que la corte, vos sos su preferido.
Es maniática de
la limpieza, cuando vio nuestros amigos dijo: —Ah, no. Es una pileta familiar,
si tienen calor vayan al Club. Pero una docena de chicos, ahora ya está. Lo más
bajo son dos metros y en el otro extremo, cinco metros. Mi Marido fue campeón
de natación, cuando vuelva del trabajo, es capaz de echarlos mal a los gritos.
Le gusta la pile vacía. La última, no quiero reclamos de Padres, ¿se entendió?
Pendejos de
mierda, yo me quería meter con la bikini de hilitos, pero están grandes, ya
miran. Me lleno la bañadera y pongo la música al taco, para no escuchar sus
gritos histéricos. Leo una novela.
Me dormí, a los
chicos los vinieron a buscar los Padres. Quedaban los mellizos, los dos seguían
pileteando, pero había algo raro, Matías bajaba en lo más hondo y subía y
bajaba otra vez.
—Mamá, Tobi
quedó en el fondo y no lo puedo sacar.
Seguro que está
jugando, eso es el plomazo de tener mellizos. Si con uno es más que suficiente.
Por suerte llegó el Padre y lo sacó, le hicimos respiración boca a boca,
escupió un poco de agua y respiraba con dificultad. Llamamos al Vecino, que es
Médico Pediatra, él atendió mi parto.
—Estoy haciendo
lo mismo que ustedes, pero creo que Tobi…no tiene pulso.
Hizo un silencio,
se tapó la cara con las manos y se puso a llorar. Mi Madre abrazó a Matías,
hablaba perdida y no lloraba, les explicaba al Marido y al Vecino: —Así va a
ser mejor, un sólo hijo está bien, dos era una multitud. Además me quedó
Matías, es mi predilecto desde que nació. Ahora van a venir y dar sus pésames
pesados, por el angelito. No pienso atender a nadie. Para mí Tobi no existe, ni
siquiera sé quién es. Bueno, vamos a comer que mañana tienen Escuela, Tobi y
vos Matías, en especial, vayan a lavarse las manos.
La internaron en
un lugar, con jardines arbolados, césped bien cortado y enredaderas con flores.
—¿Y, cómo
estamos Hoy?
Ella seguía
jugando y apenas le contestaba.
—Me encuentro un poco agitada, Tobi y Matías
viven corriendo, es raro, porque casi nadie los ve. Mire, Doc, qué casualidad,
aquí lo encontré a Tobi que es el más cariñoso y mi predilecto.

No hay comentarios:
Publicar un comentario