sábado, 18 de enero de 2020

ME PUSO AUSENTE


   Llamó hoy miércoles a las 17.15 —¿No vas a venir?
   La pregunta me sorprendió, avisé el lunes a tres teléfonos distintos, el celular de Consultorio, lo atendió una voz grabada, diciendo algo así como que el contestador se encontraba saturado. Probé con dos celulares, el de su casa y el personal, atendió la voz grabada “La persona que Ud busca, no está disponible, luego de la señal deje su mensaje.” Y le dejé el mensaje que no asistiría el miércoles. Para asegurarme llamé al tercero, sonaba, sonaba y no dejaba de sonar.  Le pregunté a Bruno.
   —Me parece que ya dejaste el mensaje, con eso es suficiente, no te pongas pesada. Ya es la hora, tenemos que ir a buscar nuestros Certificados de Supervivencia y los Escritorios, con alguno que nos atienda, podemos pagar las cuentas. Los mil pesos que nos ahorramos del Analista, en este momento nos vienen bien.
   Si falto un miércoles, debo avisar el lunes, para pagar el miércoles sólo el valor de una sesión.
Me sentí culpable de las dudas del Analista y después me dio bronca, es decir, tengo la seguridad que no me creyó. En este desierto de personas, hay uno que me salvó la vida, mi Analista. Y la Profesora del Taller de Escritura, para tener aunque sea, un grupo de pertenencia. Es patética mi soledad, a veces me siento en una celda, que no tiene llaves. Lloré mucho la noche del miércoles, dudé del estado de salud mental del Analista, tal vez esté triste porque no le alcanza la plata, o porque también él estaba solo. Después de todo, la gente sólo acude a pedir recetas.
   Nadie piensa en las sesiones que sirven a los fines de la vida, a encontrar adentro cuáles son las razones y tener un alguien, que te señale que la solución es más grande que el conflicto. No se cura de inmediato, pero ronda en la cabeza y un día te das cuenta.
   Mi llanto no fue por el dinero, sino porque en esos días, no hacía pie.

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