Tengo dos
cuadernos sin empezar y tres biromes. Como se me ocurre nada, me voy a disfrazar
de Señorita pulcra y en cuanto vea algún tipo de paso indeciso, me apuro y
camino delante suyo. Hago que se caiga un pañuelito bordado que era de mi Mamá.
Apareció un tipo
a paso acelerado, agarró mi pañuelito ya embarrado, lo metió en una bolsa de
nylon y lo colgó de su dedo índice.
—Señor! Señor!,
esa bolsa que tiene mi pañuelito embarrado, me pertenece.
El tipo sonrió
de costado para responder no sé qué. Le arrebaté la bolsa de nylon y seguí
caminando como la mejor.
Siento una mano
en mi espalda, me di vuelta y lo insulté. Era un Policía, lo vi al tipo al
costado, con esa sonrisa de cretino, balanceándose talón y punta.
El Cana dijo: —Me
va a tener que acompañar.
Con indignación
y a los gritos, le contesté: —Ese idiota que tiene atrás suyo, me robó mi
pañuelito y lo puso en esta bolsa.
El Cana abrió la
bolsa y junto a mi pañuelo, había dos mil quinientos pesos.
—Mire Usted,
Señor Policía, esta persona.-Y lo señalé con el dedito acusador-. Me había
robado esta bolsita, con la Jubilación de mi Madre, junto al pañuelito, yo me
sé defender sola, por suerte lo recuperé.
Abrí dos botones
de mi blusa, porque me hicieron entrar en calor, no me di cuenta y se me vieron
las tetas. El Policía pidió disculpas, arrastró el cretino al patrullero.
Me quedé pensando
qué mundo este, tener buenas tetas, es un arma eficiente, además me quedé con
unos mangos y fui derecho a comprar dos cuadernos y tres biromes, siempre
conviene tener material de repuesto.

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