miércoles, 17 de marzo de 2021

DE ALGÚN LADO LO CONOZCO

 

   Tomó un taxi con un conductor de esos que les gusta hablar. Él, cuando salía del trabajo, prefería el silencio.

   —Ché, mirá qué piba nos cruzamos, así era la mujer más famosa del año 46, nadie se le acercaba, usaba pollera angosta con un tajo atrás, por aquel tiempo la mina tallaba, tenía un culo y unas tetas firmes como el mármol. No le daba bola a nadie. Le hubiera gustado ser querida no por su cuerpo, sino por su inteligencia y otras virtudes que le daban un halo de tristeza. Mi sueño se hizo realidad, a los dos meses, yo me le arrimé y le propuse casamiento.

   Este tachero no la corta, si sigue, me bajo. Aunque me interesa lo que cuenta, de alguna parte lo conozco, no sé de dónde, pero lo conozco.

   —Y como le decía, fuimos tan felices. Era oportuna, entregaba todo lo que tenía. Se fue con mi mejor amigo y yo sin comerla ni beberla, no le guardé rencor a ninguno de los dos. Una vez me la crucé, estaba con una panza inmensa, a punto de parir y seguía siendo hermosa. Volvió conmigo diciendo que el crío era mío, después me dejó. ¡Mire!, ¡mire!, al lado del semáforo está ella. El tiempo la transformó en una vieja flaca, arrugada y encorvada.

   Fue patético. La mina que me describía, ahora era mi mujer. Miré por la luneta trasera y era ella nomás. Al ver en qué se había transformado, di vuelta la cara y traté de olvidar.

   —Chofer, por favor, yo me bajo aquí.

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