lunes, 29 de marzo de 2021

YO SOY YO

 

   —¿Por qué te pusiste ese vestido rojo?, parecés lo que no sos.

   Lo dice porque es guardabosque, no quiere que conozca un novio potencial. Él se lo imagina. No es mi deseo conocer a nadie. Simplemente ir a bailar, me hace bien. Suelto mis demonios y vuelvo a la madrugada. La luz del amanecer me da las esperanzas que no tengo. Hoy me di el gusto yo. Mañana me vestiré como a él le gustaría.

   —Qué linda estás, el negro te sienta bien, es de mangas largas, que abriga y te llega a los tobillos. Te regalo estos zapatos con plataforma, eran de tu Mamá.

   No lo quiero contradecir, son rojos, él dice que sirven para cortar un poco el negro. Sugiere un rodete bajo y el pelo bien tirante. También me regaló una sonrisa. Me dio permiso para salir sola. Encontré a mi amigo que se sorprendió. Es el único amigo que tengo, me gustó lo que dijo él, piensa lo que dice y hace lo que piensa.

   —Te quedaría mejor vaquero, remera y zapatillas. Como cuando estudiamos. Casi ni te reconozco. Parecés una mujer grande y pretenciosa. No tenés que darle el gusto a los demás, hacé la tuya. Los demás son lo de menos.

   Nunca había reparado que era tan buenmozo, me gustaba cada vez más. Una noche íbamos a estudiar. Él mismo lo dijo: “hacé la tuya”. Y el resultado fue hacer de todo, menos estudiar.

   Desaprobamos los dos. A la mañana siguiente volví a mi casa. Papá me estaba esperando con café con leche, pan tostado y mi mermelada predilecta.

   —Qué bien que te queda esa camisa ajena, prendida del revés.

   Dí media vuelta y sobrevino lo peor:

   —Tenés los botones desprendidos y la camiseta enrollada en el corpiño. No me interesa lo que te pasó, me resultaría doloroso que me contaras. Yo pensaba que eras una hija ejemplar…

   Y siguió hablando solo. Me fui a dormir.

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