miércoles, 10 de marzo de 2021

VIVO EN FLORES

 

   Hoy es el primer día de mi vida que no me lavo los dientes, tampoco me baño, ni me peino, ni cambio de ropa. Apareció Quintina, una Tía loca.

   —Traje perfume, perfumina y sahumerios. Así no puedo respirar. Te pedí un turno con Oliverio, para que le informes qué mierda te pasa.

   Entré en el Consultorio y le conté imposibilidades externas, que seguro eran internas.

   Oliverio se tapaba la nariz, con pensamientos para tapar el olor nauseabundo de su nueva paciente.

   —Lo que tiene es una depresión tan honda que no puede mirar el fondo, ni usted misma.

   —¿Entonces no me va ayudar?

   Oliverio le contestó:

   —En la medida que la próxima sesión, venga bañada y bien entrazada, veremos si seguimos o no.

   Llegó el miércoles cuatro a las cinco de la tarde, estaba tan elegante que Oliverio no me reconoció.

   —Qué linda que está. ¿Vio  que cualquier ser humano puede cambiar?

   Le dije que lo hice por él, para que no se metiera violetas en la nariz.

   —Oliverio, yo no pienso venir más. Lo que me dice lo conozco de memoria y nadie más que yo sé lo que me pasa.

   El asombro de aquel hombre, no puede compararse con el souvenir que me regaló, un ramo de violetas, con mocos en los pétalos.

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