—Correte para
acá, a esta hora no me gusta.-dijo ella.
—Pero si lo
hacemos ahora vamos a disfrutar, poné fuerza de voluntad.-dijo él.
Ella abrió las
piernas y empujó junto con él, que acertó al entrar por ese lado. Hacía mucho
tiempo que los dos querían hacerlo. Como pesaba mucho, él se puso abajo y ella
arriba. Se escuchaban los sonidos de agotamiento, parecían gemidos.
Dijo él:
—Tené cuidado con este que es grande, pero no
creo que resista tanto. ¡Pará un poco, mujer! Ni con las manos lo puedo correr.
Ella se puso de
espaldas y los dos llegaron al mismo tiempo.
Qué placer,
cuando vieron la biblioteca del living en el escritorio. Ambos se sentaron para
ver cómo quedaba.
Al día siguiente
amanecieron con lumbago.
—¿Viste lo que
nos pasó en la columna?, eso es porque sos un tipo pijotero. Si hubieras
contratado personal de mudanzas, nos habría salido más barato, que dos fajas de
neo-prene.

No hay comentarios:
Publicar un comentario