—No quiero ir a
la Escuela, nunca me gustó, pero ahora me gusta nada.
La Madre pelaba
papas:
—¿Y qué es lo
que no te gusta?
Y bichito pensó
en el orden de la explicación.
—Antes me sacaba
diez en todo. Mis compañeritos odiaban que fuera el mejor alumno. Me tiraban
piedritas en los recreos, me escupían las mejores zapatillas que tenía. Al
final estaba tan solo, no estudiaba nada y logré bajar mis notas. Cuando me
llené de amigos, estuve un tiempo contento. Después me aburrió que fueran tan
burros.
—Bueno, pero
ahora es diferente, un momento muy oscuro para todos.
—Tenés razón,
Mami, estoy solo en una mesa y mi compañera más cercana queda a un kilómetro.
El barbijo no me deja respirar. La Señorita no nos puede tocar. Tampoco le
escuchamos nada, tiene un barbijo de metal incrustado en la cara. Nos grita
cuando caminamos alrededor de otras mesas, que quedarán a dos kilómetros, más o
menos. Muchas Señoritas llaman a los Padres, para que los retiren a sus casas,
pero te digo, prefiero estar con vos, que ir a la Escuela.
—Bichito, si
estamos juntos todo el tiempo, nos vamos a pelear como nos pasa con tu Papi,
cuando vamos de vacaciones.
El niño se rió
muchííísiimo.
—Pero es lindo
mirar las bofetadas que te tira Papá, o vos a él, depende si Papá mira otros
culitos o vos te copás con los Bañeros.

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