domingo, 14 de marzo de 2021

TIRALA VOS DÁMELA A MÍ

 

   Con esta luz nocturna puedo ver mi mano de muñeca quebrada, en tantos pedacitos que decidieron tirarlos a la basura. Reemplazaron las piezas perdidas con una chapa de cinc.

   Por dos mangos, hicieron cincuenta mil los mediquitos. En medio de una Rehabilitación, se asomó de adentro un triángulo de cinc. Lo arreglaron rápido con la gotita y fibra de cemento. La mano colgaba pesada y había aumentado de tamaño. Mi Madre me construyó una manga del gramado más grueso. La enganchó en mi cuello. Le hizo un nudo con formas de estalactitas y estalagmitas, que reproducían mi mano primigenia, que tanto extrañaba la derecha.

   Empecé a comer durante todo el día. Llegué a pesar mucho más que mi mano. Olas de grasas saturadas, ocultaron la primera operación. Estaba contenta con mi nuevo cuerpo.

   Para conocer un candidato no tuve ningún problema. El hombre era mayor que yo y más pesado que mi gordura. Él no pudo satisfacer sus ganas de hacer el amor. Yo tenía todos mis agujeros saturados y forma de pelota de rugby. Me usó para eso, el deporte que más le gustaba. Perdió muchos partidos y decía que era culpa mía. Mis viejos me obligaron a separarme. Cuando me arroparon por la noche, no sabían si mi cabeza era los pies o al revés. Era una perfecta pelota de rugby. Pero ellos no querían tener esa pelota de hija. Mi Papá me alejó tan lejos, que aterricé al lado del entrenador. Nos fuimos juntos, era un bombón. Me taladró todo el cuerpo con cientos de agujeros. Cuando se cansaba de uno, seguía con otro. Mi libido se expandió y nos pasábamos todo el día en eso.

   Me dijo que me quería, yo le contesté que no sabía.

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