Pipo nunca se
defendió de nada, un Profesor del Colegio le dijo:
—Mire cómo tiene
ese pelo.
Y le tironeó un
mechón.
—Todo esto le
llega debajo de los hombros. Quiero para mañana, que venga con el pelo cortado.
Pipo le
contestó:
—A mí me gusta
así, Profesor y a la Tía que me Adoptó, también.
Después que dijo
eso, temió que lo castigara como hacía su Padre cuando vivía. Al día siguiente
se presentó con la cabeza rapada. Todo el salón quedó pasmado, incluso el
Profesor.
Lo suspendió una
semana y cuando Pipo volvió, empezó una contienda donde le bajaba la nota a
trabajos brillantes. Lo hacía leer en voz alta y le corregía pavadas, para
hacerlo quedar mal delante de sus compañeros. Fue el primer episodio de su vida
pública vergonzante.
Cuando empezó la
Facultad, soportó las burlas de sus compañeros, ponerle un pie para que se
caiga, encerrarlo con llave en el baño y copiarle sus exámenes, tan brillantes
como los de nadie.
Le gritaban:
—Bastardo, seguí
estudiando que te vas a convertir en libro.
No conseguía un
solo compañero para estudiar juntos. Se ofreció Rebeca, pero con ella no le
hubiera gustado, porque tenía pajaritos y pajarones en su cabeza.
Cuando presentó
su Tesis, hasta el Decano lo aplaudió, más que una Tesis, pareció una clase
magistral. A la salida encontró su auto destruido y cuatro malnacidos que lo
cagaron a palos. Pipo no se defendió. Cuatro contra uno era injusto. Su
autoestima quedó más destruida que el auto.
Lo nombraron
Decano y rechazó el cargo.
Fue la venganza
inconsciente de Pipo.
Su Tía ya vivía
en un Geriátrico, quedó solo en el caserón viejo, con olor a humedad y goteras
en todos los rincones. Vivió muchos años adentro de su casa.
Sólo lo visitaba
Rebeca y le llevaba empanadas para comer juntos.
—Odio las
empanadas y odio tu visita, por favor, no quiero verte más, sos peor que estar
solo.
Pipo se aventuraba
a salir a la calle sólo de noche. Hacía toda clase de tropelías, hasta quemar
la bandera argentina del Municipio. Lo detuvo la Policía, le hicieron un
interrogatorio exhaustivo y llegaron a la conclusión que Pipo estaba
irremediablemente loco.
Siguió saliendo
por las noches. Rebeca estaba sentada en el umbral de su casa, lo esperaba. La
hizo pasar para ver qué tal. Ella estaba igualita a ella. Hizo un
descubrimiento, las mujeres de cabezas vacías succionan la inteligencia de los
solitarios.

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