martes, 23 de marzo de 2021

REGODEO

 

   Se cansó que la siguiera como una lombriz solitaria. Tenía cuerpo de lombriz y cuando lo encontraba apoyaba una rodilla en el piso, se quitaba esa galera ridícula que usaba.

   —No puedo dormir pensando en tu mejilla, redonda como una manzana, mi sueño es pasarte la lengua por tu manzana, soy torpe me equivoqué por tu mejilla.

   Ella lo miró con asco y le dijo que sí para que no la jodiera más. Cuando vio esa lengua finita, larga y húmeda, casi vomita.

   —¿Y, qué te pareció?

   No encontraba palabras para responderle.

   —Me encantó, nunca vi una lengua tan larga como la tuya.

   Él abrió la boca y le mostró que se enroscaba hasta el estómago.

   —Soy un virtuoso, hasta me puede salir por el ombligo.

   A ella le pareció tan inmundo que no pudo contener sus deseos de venganza. Lo invitó a comer a su casa.

   —No sabés cómo cocina mi Madre, hasta le publican algunas de sus recetas en el diario.

   Él aceptó y asistió, con un frac, la galera y un ramito de violetas para regalarle a la Mamá, lo consideró una fineza, propia de sus virtudes.

   Cuando entró estaba la mesa puesta, en el centro asomaba un guiso humeante y tentador. La Señora le agregó a la sopera, las violetas que él llevó de regalo. Ante su cara de asombro, dijo:

   —Es para perfumar el guiso, lo hace poético y verá lo rico que es.

   Él fue el primero en sentarse, estaba muerto de hambre, se sirvió solo, al menos cuatro platos hondos.

   —Señora mía, es el guiso de legumbres más rico que he comido. ¿Cuáles fueron los ingredientes que usó?

   —Lombrices de mi jardín, si quiere le preparo una viandita, con el resto, para que se lleve.

   La hija miraba con estupor la escena.

   —Si no es mucha molestia para usted, le acepto, con sumo placer y encanto y la más ordinaria voluntad.

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