Se cansó que la
siguiera como una lombriz solitaria. Tenía cuerpo de lombriz y cuando lo
encontraba apoyaba una rodilla en el piso, se quitaba esa galera ridícula que
usaba.
—No puedo dormir
pensando en tu mejilla, redonda como una manzana, mi sueño es pasarte la lengua
por tu manzana, soy torpe me equivoqué por tu mejilla.
Ella lo miró con
asco y le dijo que sí para que no la jodiera más. Cuando vio esa lengua finita,
larga y húmeda, casi vomita.
—¿Y, qué te
pareció?
No encontraba
palabras para responderle.
—Me encantó,
nunca vi una lengua tan larga como la tuya.
Él abrió la boca
y le mostró que se enroscaba hasta el estómago.
—Soy un
virtuoso, hasta me puede salir por el ombligo.
A ella le
pareció tan inmundo que no pudo contener sus deseos de venganza. Lo invitó a
comer a su casa.
—No sabés cómo
cocina mi Madre, hasta le publican algunas de sus recetas en el diario.
Él aceptó y
asistió, con un frac, la galera y un ramito de violetas para regalarle a la
Mamá, lo consideró una fineza, propia de sus virtudes.
Cuando entró
estaba la mesa puesta, en el centro asomaba un guiso humeante y tentador. La
Señora le agregó a la sopera, las violetas que él llevó de regalo. Ante su cara
de asombro, dijo:
—Es para
perfumar el guiso, lo hace poético y verá lo rico que es.
Él fue el
primero en sentarse, estaba muerto de hambre, se sirvió solo, al menos cuatro
platos hondos.
—Señora mía, es
el guiso de legumbres más rico que he comido. ¿Cuáles fueron los ingredientes
que usó?
—Lombrices de mi
jardín, si quiere le preparo una viandita, con el resto, para que se lleve.
La hija miraba
con estupor la escena.
—Si no es mucha
molestia para usted, le acepto, con sumo placer y encanto y la más ordinaria
voluntad.

No hay comentarios:
Publicar un comentario