Tenía una entrevista de trabajo, iban por el
número 18. Yo estaba atento, esperanzado. Llamaron al número 17 y después de
ese número, cortaron las entrevistas. Quedé afuera.
Mi Mujer no dijo nada, siguió cortando tela
para fabricar vaqueros. Pensó antes de proponerme:
─¿Por qué no hacés ropa conmigo?
Le dije que sí, no tenía nada para oponerle.
Empezaron a aumentar su número de clientela. Mi Suegro era Sastre. Mi Mujer
heredó algo de eso, porque sus trajes eran perfectos.
Mandé un pedido de cincuenta trajes, los
rechazaron sin dar explicaciones, hoy lo voy a ver. Fui de noche, estaba
furioso. La noche tapa, el día descubre. Me encontré con un revólver en mi mesa
de luz. Fue instintivo, lo puse en el interior de mi mejor traje.
Me hizo esperar, el desgraciado. Cuando
apareció fui vehemente en mi reclamo. Él tenía un revólver en su escritorio.
Mientras trataba de justificarse, le disparé al corazón. Iba a tomar el
ascensor y escuché las risas de cuatro personas, bajaron en el mismo piso.
Justo cuando se cortó la luz. Yo tenía una linterna que me iluminó el pantalón
y parte de un zapato, a medida que bajaba la linterna me hice sombra en el
torso y mi cara se perdió en lo negro. Cuando volvió la luz me miré completo.
Pensé que era el único testigo, me disparé en la garganta.

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