martes, 21 de septiembre de 2021

TE RECONOCIÓ ¿VISTE?

 

   Mi hermana Marga recibía por lo menos diez llamadas por día. Era popular en el Colegio, en el Británico y tenis, lo mejor que hacía, ganaba premios y todo. De lata, pero premios al fin.

   Cuando le dieron la Beca a Londres, no le quiso contar a nadie de su partida. Le iban a pedir que les trajeran raquetas y pelotitas. A mí me pareció tan pijotera, como que me dio bronca darme cuenta que a la única persona que quería era a sí misma. Los demás, cartel pintado.

   Aproveché su ausencia para atender todos los llamados. Tengo ocho años y conservo esta voz de niño idiota, casi idéntica a la de Marga. El primer chico que la llamaba lo atendía yo, hablaba como adentro de un placard.

   ─¿Marga?, te reconocí por la voz, ¿la pasaste bien anoche?

   ─¿Vos decís por la película que vimos?

   ─No, te lo pregunto por todo lo demás, los cuerpos unidos. No me cuentes la última parte de la peli, que me la perdí porque vos solicitabas: “¡más, más!” y me tapabas la pantalla.

   Yo no entiendo mucho de lo que dicen, me apresuré y corté. Los llamados se repitieron, yo trataba de hablar finito, como Marga, pero me estaba cambiando la voz. Atender diez llamados por día y todos hablando sobre lo mismo, calcado. No había diferencias entre lo que Marga había hecho con todos. Me dio vergüenza por ella, me puse colorado y le conté a mi Mamá. Qué fanática en el amor que me tenía, porque para ella fui una sorpresa que naciera un bebé diez años después de Marga.

   La fuimos a buscar al Aeropuerto, pero no la reconocimos. Se había teñido el pelo de rojo, amarillo y fucsia. Tenía un vestido tan ajustado que parecía un corta culo. Marga corrió hacia nosotros y nos abrazó. A mí me correspondió de ella, una sola palabra:

   ─¡Forro!

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