Los ojos se le salían de las órbitas y los
Padres no encontraban la fórmula de ponerlos en su lugar.
Fueron al Hospital, los atendió un Médico Especialista
en desprendimientos oculares.
─Miren chicos, se hace así. En los músculos
colgantes le echo vaselina líquida y con pinzas quirúrgicas los voy a
introducir lentamente.
Sus ojos se ubicaron donde correspondían.
─Funciona, en reemplazo de la vaselina
pueden echarle aceite de oliva, dos gotas nada más.
El Hijo quedó traumatizado, tenía miedo que
sus ojos se le salieran de nuevo. Vivía con la cabeza hacia arriba, su Prima,
la más querida le encontró una solución, le puso una gotita de Uhu en los
extremos de los ojos. Le quedaron más chicos pero no se caían. Por razones
familiares que no pienso contar, lo hicieron llorar tanto que el Uhu se ablandó
y sus ojos le cayeron hasta el cuello. Su Madre llevó manteca de cacao y su Padre,
vaselina líquida. Trabajaron uno con cada ojo pero se presentó un dilema cuando
se dieron cuenta que el derecho estaba ubicado en el izquierdo y el izquierdo
encima de los párpados del derecho. Lo llevaron a Urgencias Médicas y le
restauraron la mirada, que es mucho más importante que los ojos.

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