jueves, 23 de septiembre de 2021

SANATORIO TARADIL

 

   Un Señor nonagenario entró con su Nieto, aparecieron en la Guardia.

   ─El que se va atender, ¿es el anciano?, porque el protocolo dice que puede entrar una sola persona.

   ─Pero es mi Abuelo, no lo puedo dejar en manos de un Médico. Él apenas entiende un “Buen Día”. Tiene un Alzheimer importante, no sabe en qué lugar está, ni para qué y usted dice que debe entrar solo. Significa que usted no tiene la menor idea de lo que es ser humano y mucho menos estar enfermo a los noventa. No le importa nada, porque nació sin corazón. Lo de mi Abuelo tiene solución, pero lo suyo no. Tal vez, cuando tenga noventa, si llega, va a entender su conducta irracional e impiadosa.

   ─Pero Señor, ¿usted no vio el cartel de la puerta?, una sola persona por vez.

   ─Será una alegría para mí y una tristeza para usted, a partir de mañana queda despedido, yo que usted ni me molestaría en venir. Sería desagradable para todos los enfermos, que necesitan venir con acompañante. Como usted es un irrespetuoso, además de perder su trabajo…espere unos segundos, que estoy con usted.

   Arrancó cuanto papel protocolar encontró, los metió en una trituradora de papel, mientras el tipo que atendía estaba con los ojos exorbitados, porque el triturador quedaba al lado de su escritorio y después vino otro nieto, joven y robusto, juntó los papeles y aprovechando el empleado boquiabierto, lo llenó de papeles hasta el esófago. La gente que estaba esperando por primera vez se rió a carcajadas. El Abuelo y los Nietos, tomaron un taxi.

   El Abuelo miró por el espejo retrovisor, estaba la Policía al lado del empleado, asfixiado por tanto papel. El Policía que autorizaba al resto, les dijo:

   ─Miren cómo laburaría este pobre hombre, que fue capaz de comerse los papeles que sobraron.     

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