Ambas sintieron que los hermanos Atencio se
habían hecho cenizas. Las bolsas no pesaban nada. Tiraron las cenizas en la Parroquia
entre margaritas y nomeolvides.
Cuando volvieron del sepelio, las fue a
visitar la Esposa del Intendente.
─Señoritas propietarias de esta casa,
deberán irse de este lugar que es Patrimonio Histórico de la Ciudad.
Traía dos custodios para protección.
─Les damos tres días para dejar esta casa. Después
la va a habitar mi sobrino Nahuel, se recibe de Arquitecto y su Tesis será
sobre esta casa.
Dijo el Intendente
─Si viven estas dos chicas y mi sobrino, les
otorgo el permiso de quedarse.
El sobrino quedó deslumbrado con Strelitzia.
Se presentaron las chicas y él.
─Mi nombre es Gabriela y ella es Lulú, tu
nombre ya lo sabemos, Nahuel.
Todos se dieron la mano pero a Strelitzia la
retuvo algo más de tiempo. Hicieron una reunión para festejar la convivencia.
Nahuel la aplastaba cuando bailaban. Sus cuerpos parecían uno sólo.
Gabriela esperaba para bailar ella después,
pero aquel encuentro no se pudo realizar. Strelitzia y Nahuel ocuparon una
habitación que cerraba con llave. Lo pasaron fenómeno.
Luego le tocó a Gabriela y bailaron no tan apretados
como con Strelitzia. Había tantos odios silenciosos que a Nahuel se le ocurrió
traer dos compañeros. Porque su tarea resultó complicada.
Eran demandantes sus mujeres, quedaba
exhausto. Suerte que vinieron los refuerzos.
─Yo no sé qué hacer, pienso que estas
mujeres están locas de atar.
Y las ataron, lo tomaron como un juego
erótico. Nunca hubieran imaginado lo que pasó después.
(Continuará)

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