Modesta siempre fue antropófaga. La despostó
a Strelitzia, la cortó en rebanadas, probó un poco el sabor de un pedazo de
Strelitzia y el resto lo vendió como milanesas.
Hubo un temblor de tierra, los cimientos de
la casa se fueron partiendo de a poco. Salió en todos los diarios la noticia
del derrumbe. Aparecieron de noche y corriendo en la neblina, todos los Atencio
unidos, los vivos, los muertos, los resucitados y los enterrados. Decidieron hacer
la reconstrucción tal y como había sido, con dos cipreses a cada lado.
Prudencia fue la que más trabajó. En tres
meses terminaron el edificio. Fue liberado de cualquier pago por ser una Casa
Histórica. Atencio el Viejo, que estaba casado con sus dos hermanas, Strelitzia
resucitada y el Cerrajero.
La inauguración parecía una orgía. Todos con
ropas desgarradas, cambiando de pareja a cada instante. Llegaron a ocupar la
terraza cinco parejas en simultáneo. La casa permaneció a puertas y ventanas
cerradas. Muchos disfrutaron de aquel encierro, pero eran demasiados los
habitantes. Tres generaciones de Modesta comieron lo que sobró. Nadie sabía que
lo que comían eran los habitantes. Los que quedaron se contagiaron.
Terminaron comiéndose unos a los otros.
Quedaron vivos tres gatos, cuatro murciélagos y un perro. Disfrutaron gozosos
de las sobras y de poder hacer pis en los cipreses.
(Fin)

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