—La entrevista te
la conseguí yo. Te dije la fecha para que te prepararas como una lady, no con
ropa comprada a los coreanos. Además mirate la cara, el pelo, los kilos que
engordaste por mirar películas pochocleras, dejame de joder.
—Eh, che, pará
un poco, si vos misma me dijiste que el tipo era un negro de mierda ¿Para qué
carajo tantas exigencias? Además no tengo un mango…
—Ah ¿Y vos creés
que yo tengo guita? Sin embargo me arreglo perfecto. Un taier con un buen corte
y una camisa blanca con algún detalle no abusivo, austera ¿entendés?
—Sí, ya sé que
sos una pelagatos igual que yo, pero astuta. Yo no soy así, no se me ocurre,
podrías ayudarme. Puff, tengo olor a chivo, me pego una ducha y vos contame qué
puedo hacer, mientras...
Escucho la ducha,
le hablo sentada en la tapa del inodoro entre nubes de vapor, con olor a pedo y
jabón.
—Te pedí un
turno en la peluquería, allí depilan, de paso sacate los bigotes. A la
dermatóloga andá sin turno, que te borre las tablitas de la frente y el ceño de
estreñida que tenés. Ah y la boca, que te ponga algo de botox para inflarte ese
tajo triste que tenés por boca. Que sea poco, please.
—Bueno, ta bien,
pero vos acompañame. Si es más importante mi aspecto que traducir en cinco
idiomas, el que me dará el trabajo debe ser un analfa-funcional.
Me levanto del
inodoro y le corro la cortina.
—Decime, boluda
¿querés el laburo o no?
—Sí, claro, ya
no tengo ni para los pochoclos, mirá cómo será. Además no me digas boluda.
Boluda.
—Bueno Pau, no
quiero joderte, quiero ayudarte. No discutamos.
—Es que no
discutir con vos es imposible, sos igual a como era mi vieja, me hacés mierda
la autoestima.
—Mirá
bo...quiero decir Pau, andá a un buen sicoanalista, de paso dejas de echarle la
culpa a tu vieja por todo. Somos grandes. A esta altura uno es lo que es y
punto.
—Sí, lo decís
vos, que hace veinte años que te tratás y seguís igual. ¿No te parece un poco
cínico de tu parte, ese consejo?
—Voy a hacer de
cuenta que no escuché nada. Traje unos zapatos que te van perfectos seguro.
Tienen taco, vas a tener que ensayar. Sería patético caerte delante del tipo.
Tenés quince días para ir a un buen masajista que te dé un poco de firmeza a
todo lo que se te mueve. De las tetas olvidate, son de mal gusto tan grandes,
te presto mi corpiño reductor.
—Bueno, te voy a
dar bola, sos como mi hermana o mejor, sin entrar en detalles. Hablando de
detalles,¿quién pagará todas esas porquerías?
—Pau, querida,
¿Para qué está mi marido? Jamás le pedí un mango. Me llenó de hijos, no pude
estudiar más. Vos sabés bien que es un bastardo egoísta. Ahora es mi turno.
Saqué del cajero todo lo que pude y voy a seguir. Ojalá pida el divorcio
después de esto. ¿Te dije que me voy a operar el culo?
—¿No me digas
que tenés hemorroides?
—Para nada, me
lo hago levantar y paso unos días con un amante touch and go. Me lo merezco.
¿No te parece?
—No, no me
parece, pero como decís vos somos grandes y a esta altura una es lo que es.

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