─¿Todavía no estás lista? Mirá que estamos
invitados a la Casa de Gobierno, tenemos que ir vestidos con nuestras mejores
ropas y ponernos de ese perfume tuyo, que huele a maderas.
─Sabés que no tengo ganas de ir, yo así
estoy bien con mi camisón raído. Además me tendría que bañar. Odio bañarme...
─Cuánto hace que estás deprimida, vamos,
andá y ponete linda. No me hagas ir solo, pensá que soy candidato para
Gobernador. No me dejes como un pelotudo sin esposa.
Cuando escuchó la ducha, se alegró. Luego la
encontró pintándose las uñas de las manos y de los pies. Se vistió con un
enterito rojo que tenía un escote importante en la espalda y adelante. Sus
zapatos eran de lentejuelas doradas. Se planchó el pelo, tomó su chal y dijo:
─Ya estoy. Vamos.
Él la miró y con una sonrisa inexpresiva, le
dijo:
─Me parece que estás muy over dress, pero
todos los hombres te van a mirar. No me enojo, si hablan de vos, seguro que te
van a ofrecer un cargo junto a mí.
La mujer entró como una reina, sonrió a
todos y hasta extendió sus manos para saludar. Cuando empezó la música de la
fiesta, ella salió a bailar sola, hip hop. Hacía medias lunas, paros de cabeza
mientras seguía bailando. Tiraba besitos a todos. Le arrojaron flores.
Los funcionarios que estaban, la propusieron
a ella como Gobernadora. El marido la miraba de lejos, con un whisky que
bamboleaba el hielo.
Esa noche la mujer no durmió en su casa. Su marido tampoco.

No hay comentarios:
Publicar un comentario