martes, 25 de abril de 2023

UÑAS POSTIZAS

 

   —Hoy comí, Tatita y muy bien, no gasté nada.

   Me va a preguntar el método, lo va a copiar y con cinco desmayos con Ambulancia, en el Supermercado, perdemos todas. Ana es chusma, dirá la autoría del método. El Super tendrá en cuenta nuestros apellidos y nos negarán la entrada.

   Estaba en la góndola de vegetarianos y carnívoros, cuando vi los precios me quise morir, metí cuatro bandejas en un bolso. Lo llevo cosido a la ropa, por si a algún chorro le despierta interés el contenido.

   Me bajó la presión y caí al piso. Llamaron a la Ambulancia, que ya pertenece al Super, por la cantidad de desmayos verdaderos, producidos por precios alzados, como los perros, buscando una víctima compradora. Al llegar al Hospital, justo frente a casa, les dije que me sentía como nueva, un estúpido comedido preguntó:

   —¿No quiere darme el bolso y la ayudo?

   Lo miré con expresión de anciana:

   —No, Pichón, todavía me arreglo sola.

   Ana puso ojos de huevo duro, comestibles:

   —A vos te fue bien porque sos actriz. Yo no sé.

   Y pone cara de nena, la vieja chota. Cuando le dije a Tatita que me casaba con Carlos, supo hacer todos los personajes.

   —Yo soy la Madrina, Ana, por favor dejame, ya tengo el vestido.

   No tenía el vestido, tenía camisón y se acostó con él, la muy perra.

   Cuando se casaron yo fui la Madrina. Los microgases lacrimógenos, acertaron en sus ojos, confundidos con el arroz, le sostuve la cara emocionada.

   —Pobrecita, Ana —y le dije en el oído— con estas uñas postizas, te pincho los dos ojitos y vas a sufrir menos, de lo que me hiciste sufrir vos a mí. 

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