Ellos decidieron
festejar nuestro aniversario en nuestra casa. Los cuatro deseaban comer platos,
preparados por mi mujer que es Chef, los vinos, querían los que tengo en una
fosa adaptada para bodega, que pertenecieron a mis bisabuelos.
Era mi tesoro
predilecto y sólo compartía una botella por año, para el Cumple del Encargado,
a mí no me gusta cumplir años, se los regalaba a él. Los dos solos tomábamos la
botella completa.
—No puede ser
que ellos decidan festejar algo nuestro. Nos creen giles. ¡Claro! Con tu viejo,
milico mandón y mi viejo que fue un revolucionario, al segundo trago se miden y
ven por qué lado es conveniente atacarse, discuten, disienten y mientras tanto
vierten vino en las copas como si fueran gaseosas.
Se escuchaban
batidoras, licuadoras, molinillos y mi mujer cocinando como una patinadora.
—Tu Madre llamó
del Spa para ver si era hoy, tenía que comprarse un vestido. Preguntó por Mami
y humilló “Ella se pone su vestidito negro, el de siempre, supongo…”
Llegó la familia
a las 21 hs en punto.
—Le dije a tu
vieja, que mi Madre friega todo el día y de lo único que habla es del precio
del detergente.
Nuestro
aniversario transcurrió tipo, a ver quién grita más. Cuando se fueron las ganas
etílicas, amplias, vino el café. Nos sentamos en torno a una mesa redonda. Los
suegros confesaron que hace una década que están divorciados, mis Padres
dijeron que ellos hacía quince años.
Después de
semejantes noticias, le dimos la nuestra.
—Hace tres años
que estamos divorciados, aunque vivamos bajo el mismo techo, no nos quedó otra.
Por eso no entiendo ¿Aniversario de qué festejamos?
Los viejos
suspiraron y vino un ángel que unió nuestras manos. Nos dejamos.
Es complicado de
explicar, nos reunimos, pero estamos divorciados. Una vez al año y el ángel
está presente, es el que toma más vino, da toda una vuelta y se retira diciendo
que es complicado de explicar.

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