Sé que soy un
ser antisocial por excelencia, debe ser en lo único que saqué “excelente”.
Cuando ansiaba
que los bañeros me miraran, era joven y un bagayo, pero tenía la secreta
esperanza.
Ahora que soy
una vieja chota me miran, claro con esta panza de ballena pensarán que soy un
animal en extinción. Pero yo tengo la solución, ellos no. Mi solución es
morirme antes que mi cuerpo se vaya apilando en mis tobillos. Ellos no tienen
solución, ser imbécil no tiene cura. Me sigue un pendejo, cuando llega a mi
lado dice —¡Feliz Año Nuevo, Señora!
Me sacó —Si
querés que sea feliz, tirate en la arena boca arriba.
Se tiró el
boludo y yo intenté montarlo, algo recordaba. El pibe, cagón, gritaba —¡Me
quiere violar! ¡Esta vieja puta me quiere violar!
Le metí mis
ojotas en la bocota y le dije —Forro!
Pensé que el
pibe no tenía forro. Me puedo agarrar sida, hpv, humedad relativa ambiente, o
quedar embarazada, con lo que odio a los chicos. Me salvo porque no ovulo,
parir un hijo de un nabo, vomito. A la noche, la dueña del Hotel me trae un
vino Pirulo, le pregunté —¿Vos me
ves cara de estúpida? A mí tráeme un Rutini.
Me pregunta, la
imbécil, si puede charlar conmigo, le dije que no me gustaba la gente, prefería
ponerme en pedo sola y no con una vieja pretenciosa y gorda, que de antemano
podía prever por dónde iba a empezar y la cantidad de putadas que yo tendría que
escuchar con cara de nomeolvides. No me lo merezco como primer día del año. Le
dije a la gorda que cerrara mi cuenta. La clásica — ¿De noche vas a viajar?
Le dije —¿A vos
qué carajo te importa?!
Caché el auto y
el Rutini abierto. A cincuenta kilómetros, primer beso a la botella. Una
cagada, estaba picado.
Recordé que
olvidé pagarle, mejor, era una gorda de mierda. Me dio odio no poder superar
los 200 km por hora, con el acelerador a fondo me mandé el vino como si fuera
una gaseosa. Llegué a tiempo a la cena de todos mis enemigos, o sea mi familia.
Tiré un saludo general para todos. Eso de uno por uno no me va. Gracias que
sonrío. Cuando llegó la fuente principal tenía un chancho muerto y asado con la
boca abierta comiendo una manzana
—Asesinos hijos de puta, con un pobre
chanchito que su único deseo era comer una manzana.
Agarré un champán
al vuelo y fui a saludar a mi puto primo, no lo invitaban por puto, era bueno y
trajo dos copas. Le dije —Dejate de joder, tomá del pico y no me cuentes de tus
novios, porque me lo imagino todo y me da impresión.
El puto miraba cómo me
salía espuma hasta por el orto. A él le pasó lo mismo, le salió espuma por
todos sus agujeros, menos por el orto.
Otra cosa que me
rompe las pelotas, son las conversaciones de minas. Frené en las ventanas de su
expo-reunión, haciendo gala de sus ridículos vestidos. Daban ganas de atravesar
los vidrios y pisarlas a todas. Son minas de oferta, no jodamos.
Amanece, no
llego a casa, duermo en el auto.
La yuta golpea
las ventanillas, les abro
—Documentos Señora.
Puse el auto en
marcha y les grité
—¿Documentos?, la chota!
Llegué a casa,
al lado vive “El Lobo”, con él tomo mate hace años, es como hacer el amor pero
con yerba. Me dijo que estaba linda, su primera obviedad. Yo no soy de
perdonar, es más la gente que perdona me parece cobarde, cagona.
Al Lobo le dije
que se fuera a la concha de su madre, de donde nunca debería haber salido.
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