domingo, 1 de enero de 2017

ADIVINACIÓN



   —Antes tenía mi mujer y un hijo, pero se fueron.
   Flora no supo cómo preguntar, pero pudo —Así que se murieron.
   A él se le cerraron las cejas —No, creo que están en Canadá.
   Andaba en una moto dura, pero tranquila, llevaba silenciador. Desde lo de su pareja y el niño, recorría la costa, indolente. Ahora estaba en carpa, de noche leía con linterna de cabeza.
   Flora estaba impresionada por el parecido con su hijo Manuel, que no, que ya no, ni en el Polo. Sólo vivía en su corazón y tendría la misma edad que Manu. Antes comía en la playa. 
   Cuando caminaba masticaba papas fritas de paquete y una botellita de agua mineral. Flora le llevaba comidas a la carpa, él separaba las cejas y decía —Graaacias!
   Todo lo que preparaba Flora respondía a sus gustos, como si ella tuviera poderes de adivina. Manu tenía planes, ordenar su mochila y que su GPS lo llevara. Flora lavó y planchó la ropa, él se emocionó raro, sin siquiera empañar sus ojos, Flora adivinó aquella emoción.
   Estaban en el jardín de ella, una estrella pertinente cayó fugaz. Flora pidió por Manu y su destino.
   Manu pidió por él y porque la billetera de Flora contuviera dinero. Robó en la misma noche que partía. Cuando ella escuchó arrancar la moto, salió de la casa con los brazos abiertos, decía —¿Te alcanzará? Manu ¿te alcanzará?
   Él bajó de la moto y la abrazó como quien abraza a la tierra. Miró el destino de su GPS, ya estaba. “Señora Susan R. de Pérez- Quebec” lo marcó Flora. Manu sonreía igual que el Manuel de Flora. Prometió ser el Manu, “segunda parte”.
   Flora lo hizo porque se dio cuenta de lo que iba a suceder. A fin de año aparecieron los tres, con regalos y la sorpresa que el niño no la llamara por su nombre —Feliz año nuevo, Abu!
                                                                                                                        

No hay comentarios:

Publicar un comentario