El Pastelero se
cansó de la gorda Cuatroculos, era mucha carne para recorrer, se producían
equívocos en diferentes búsquedas. —Te pido perdón, Gordi, pero no quiero
continuar esta relación, sos mucho para mí, me estoy convirtiendo en un
esqueleto y vos, no sé si para elogiar mis manjares, estás comiendo toda la
pastelería. Ayer no vendí nada, porque no había nada. Hoy no abrí, atacaste los
freezer y te tragaste los postres congelados.
La gorda saltaba
de alegría sobre los almohadones —¡Gracias Pastelito! Por fin voy a poder ver
mis teleteatros sin interrupciones, los extrañé tanto, pensá que son mi Flia.
El Pastelero,
para ponerse al día, puso un aviso en el diario, en la vidriera y en cincuenta
esquinas. Hizo entrevistas, pero todas sabían: huevos fritos con papas, fideos
hervidos y postres ordinarios, fresco y batata, pasta frola y tortas fritas.
Se sintió
fracasado, pero a los dos meses apareció una Ayudante de Cocina Titulada, con
cuerpo de sirena. Sus expectativas superaron lo imaginado. El nombre era
Garchi, preparaba postres y comidas internacionales. Había recorrido el mundo
como Narda, pero sus elecciones sutiles, nada tenían que ver con la cocinera
telemática. Aumentó sus ventas, y compró la casa vecina, Garchi tenía
participación en las ganancias. Ella no caminaba, se desplazaba, no probaba
bocado, pero su capacidad de trabajo no tenía fondo. El Pastelero escuchó unos
acordes que Garchi ejecutaba con voz ronca, mientras hacía cantaba blues, que
no interrumpía ni cuando atendía clientes. Embelesados se llevaban todo.
Los lunes no trabajaban. Tocaron timbre en la casa
particular del Pastelero. Abrió y era Garchi que preguntó —¿Vos sabés quién soy
yo?
Él se quedó en
ascuas. —Soy tu ex, la gorda Cuatroculos y vengo a pedir que te cases conmigo.
El Pastelero lo
vivía como un sueño, Garchi, la sirena, le besó la boca con sigilo. —No sabés
cómo te extrañé, Pastelito.
Fue una noche
inolvidable, la siguiente también, la siguiente también, la siguiente también…
Garchi dejó los
teleteatros, la realidad la sedujo al punto de no pagar más Cablevisión. 
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