lunes, 16 de enero de 2017

PASTELITO

                                                                        
   El Pastelero se cansó de la gorda Cuatroculos, era mucha carne para recorrer, se producían equívocos en diferentes búsquedas. —Te pido perdón, Gordi, pero no quiero continuar esta relación, sos mucho para mí, me estoy convirtiendo en un esqueleto y vos, no sé si para elogiar mis manjares, estás comiendo toda la pastelería. Ayer no vendí nada, porque no había nada. Hoy no abrí, atacaste los freezer y te tragaste los postres congelados.
   La gorda saltaba de alegría sobre los almohadones —¡Gracias Pastelito! Por fin voy a poder ver mis teleteatros sin interrupciones, los extrañé tanto, pensá que son mi Flia.
   El Pastelero, para ponerse al día, puso un aviso en el diario, en la vidriera y en cincuenta esquinas. Hizo entrevistas, pero todas sabían: huevos fritos con papas, fideos hervidos y postres ordinarios, fresco y batata, pasta frola y tortas fritas.
   Se sintió fracasado, pero a los dos meses apareció una Ayudante de Cocina Titulada, con cuerpo de sirena. Sus expectativas superaron lo imaginado. El nombre era Garchi, preparaba postres y comidas internacionales. Había recorrido el mundo como Narda, pero sus elecciones sutiles, nada tenían que ver con la cocinera telemática. Aumentó sus ventas, y compró la casa vecina, Garchi tenía participación en las ganancias. Ella no caminaba, se desplazaba, no probaba bocado, pero su capacidad de trabajo no tenía fondo. El Pastelero escuchó unos acordes que Garchi ejecutaba con voz ronca, mientras hacía cantaba blues, que no interrumpía ni cuando atendía clientes. Embelesados se llevaban todo.
Los lunes no trabajaban. Tocaron timbre en la casa particular del Pastelero. Abrió y era Garchi que preguntó —¿Vos sabés quién soy yo?
   Él se quedó en ascuas. —Soy tu ex, la gorda Cuatroculos y vengo a pedir que te cases conmigo.
   El Pastelero lo vivía como un sueño, Garchi, la sirena, le besó la boca con sigilo. —No sabés cómo te extrañé, Pastelito.
   Fue una noche inolvidable, la siguiente también, la siguiente también, la siguiente también…
   Garchi dejó los teleteatros, la realidad la sedujo al punto de no pagar más Cablevisión.     
                                                 

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