sábado, 20 de mayo de 2017

ENFRASCADOS


   Tuvo siete matrimonios, con siete hombres distintos, que resultaron iguales. El último se fue. 
—Es tanto el amor por ti, siento que muero de amor y no quiero que suceda ante tu presencia, por eso me voy.
   Los siete fueron mendaces. Visitó a Narda, especialista en amores truchos. —Antes que nada, os informo que vuestro séptimo marido se presentó con mal de amor, dijo que no podría vivir sin mí.
   —Les dice a todas lo mismo, Narda y un día repetirá el mismo discurso “…Muero de amor y no quiero que suceda ante tu presencia, por eso me voy...”
   —Espero que conmigo no suceda lo que dices, está tan domesticado que cuando saco el perro a la noche, sale él también. A veces olvido abrirles la puerta y amanecen abrazados en el umbral. Desayunamos juntos y nos reímos del episodio.
   Cuando se retiró, pensó directo, pero con faltas de ortografía. Bueno, si es capaz de morir de amor por cualquiera, que venga de visita.
   Mandé mi invitación, para entregar en mano. Narda era enredista y ligeramente traidora.
   Se hizo presente su ex-séptimo. Ella hacía grititos fingidos —¡Qué suerte que volviste! Qué suerte que volviste!
   —Sííí, una suerte, no imagináis las costumbres perversas de Narda, quiero ahorrar detalles para no disgustar a nadie, ¿podéis verter una copa de agua?... llegué muerto.
   —No digáis eso, os falta poco tiempo.
   Le alcanzó la copa —Os agradezco.
   La tomó despacio y habló lento, se le entornaban los ojos, por fin no vio nada y allí quedó. Mi poción de cicuta sirvió, hasta para mandarle un frasco de regalo a Narda.
                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario