lunes, 22 de mayo de 2017

TODO SUMA


   Hace muchos días que no hay viento.
   Caen dos hojitas amarillas, caen gotas de lluvia. Las flores que hay, se durmieron, los sapos que andaban cerraron sus cuevas. Hay confusión de temperaturas. Uno va sumando más abrigo y prende estufas.
   Me puse el sweater de cuello alto y sentí que me picaban los brazos, enrollé las mangas y tenía dos hojitas amarillas, acariciando mi piel. Pertenecían al jazmín chico, las reconocí porque no estaban más en el pasto, donde las vi caer. Fui caminando al pueblo, no quise tomar micro, el traqueteo desprendería las hojitas. Era un abrazo “te abrigamos porque llegó el invierno”.
   Por primera vez sentí que no estaba sola.
   Dejé el abrigo principal para no molestar mis dos amihojitas, cuando volviera las pondría entre hojas de mis libros, habitados por otras hojas, flores antiguas de violetas, esas que fueron de mi Abuela.
   Debía comprar un sweater nuevo, porque las polillas me hicieron agujeros notables en los demás. Encontré un negocio mitad Vintage, mitad La Salada, flasheé con uno. “Siempre que compres ropa, es mejor algo austero y que vaya con todo.” El mandato estaba, elegí uno gris topo.
   Mientras me probaba entró la dueña. 
—Permitime, Mami.
   Arrancó mi sweater, era tan acelerada la gorda que ni vi cómo caían mis hojitas. Las levantó del piso —No me gusta la mugre.
   Abrió la puerta oculta, del retrete, tiró las hojitas y apretó el botón.
   —¿Lo llevás, Mami?
   —Ni en pedo!
                                             

No hay comentarios:

Publicar un comentario