lunes, 15 de mayo de 2017

MAGO


   Facundo Culette se levantaba de mal humor, su vida se reducía a hacer cola para cobrar, para pagar. De Lunes a Viernes. Hasta el día que su nieta le regaló los nuevos chicles “Gigant” “Para transformar la furia en dulzura, el judío en católico, el portero en gerente, su mujer en linda, sus hijos en buenos.” El prospecto tenía letra de hormiga y cobertura de mutual. —Abu, –Dijo Rosita-  podés hacer globos y todas las figuras geométricas que se te ocurran.
  Bajando del micro Facundo Culette metió el chicle en la boca. Las colas daban vueltas de una manzana a otra, se encontraban las puntas y el último se creía el primero. A medida que caminaba al averno de las hormigas, miró el reloj y calculó seis horas de pie. Esa conclusión lo llevó a masticar el chicle con intensidad, hasta que salió de su boca e hizo un globo como Rosita, cuando explotó fue sobre cinco cabezas que trataban de quitarse ese pegote. Sólo lo lograron aquellos dispuestos a perder los cuatro pelos que les quedaban. El chicle seguía fluyendo y envolvía las personas encoladas, los transeúntes comunes, los Azulitos llamaban por sus celulares pero las señales se obturaron con el chicle. Como fue mago de circo, Facundo Culette aullaba con voz de vieja —¡Es un atentado, es un atentado! El chicle seguía su curso enrollando esto y aquello, pelucas, anteojos, semáforos.
   Llegó a un cajero automático, hizo el último tramo de su vida obligada. Su primera jubilación. Olvidó que el chicle seguía invadiendo, se pegaban billetes que volaban solos de las cajas.
   Al día siguiente salió en todos los diarios, que en Tandil había nevado.
   Estela llamó al cuarto del Abuelo —¿Viste que salimos en el diario?
   —Lo que veo es cómo les gusta mentir.
   —Alegrate Abuelo, la verdad ya la dijeron otros “…Y en el mismo chicle, todos manoseaos…”  
                                                                                                                                     

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