viernes, 5 de mayo de 2017

HACER TERAPIA


   —Perdí la cabeza, Dra, por eso pedí turno cuanto antes, aunque me dieron para seis meses después. ¿Sabe lo que es andar sin cabeza seis meses?
   —No sé, Dora ¿por qué no me cuenta?
   —No sé si como, si duermo, si me bañé, si cobré, dónde está la ropa ¿Qué quiere decir boldo? Le puedo asegurar que perder la cabeza es como dejar de ser. Y no sé dónde quedó. Ya pregunté en cafés, negocios, vecinos. Nadie vio mi cabeza.
   —¿Buscó bien en su casa, debajo o dentro de algún mueble? ¿En la cocina, dentro de alguna charola?, tiene que aparecer. ¿Cuándo fue la última vez que la tenía puesta, Dora?
   —Dra, cuando conocí mi último novio, perdí la cabeza, él me besó en la boca, o sea que todavía la tenía. No lo creo capaz de irse con mi cabeza sin el resto.
   —Perdone, Dora, pero suena el teléfono y como prescindimos de todas las Secretarias, debo atender yo.
   —Dora, tengo excelentes noticias para Ud., apareció su cabeza. Se la llevó una paciente que perdió la cabeza. La flía tuvo a bien devolverla. A ver, póngasela.
  —¡Ay, Dra, tengo veinte años menos y qué ojazos, no me recordaba tan joven y agraciada. Bueno, como dice Ud, Dra, “Nos vemos el miércoles”.
   Pasaron dos semanas y Dora no apareció. Llamó la Dra a su paciente —Hola Dora, ¿cómo se siente?
   —Más bella que nunca ¿A qué debo el placer de su llamada?
   —Mire Dora, llamó la flía de la chica que devolvió la cabeza. Hubo una confusión, ella se quedó con la suya y Ud con la de ella.
   —De ninguna manera Dra, si la chica perdió la cabeza, que la busque, como hice yo.
                                                                              

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