lunes, 29 de mayo de 2017

¿QUÉ LE VA A OPONER?

                                                  
   Tercer grado, jugando a los ladrones. No al vigilante y al ladrón. Acá, vigilantes no había.
   Los chicos se dividían en bandas y elaboraban acciones, hacia el final ganaba el que más había robado. También colaboraban para encontrar el botín. Traían de sus casas muñecos viejos, tazas sin asa,  platos rajados y demás porquerías. Un día el más bajito, enjuto, panza desnutrida ganó el Primer Premio al “Ladri”, robó hasta un tupper rajado y la cartera de la Seño, que se brotó mal y comenzó a darles carterazos a todos, volaron sus documentos, billetera y hasta monedas.
   Al siguiente día, la Madre del “enjuto” esperaba a la Maestra a la salida —¿Ud qué se piensa? ¿Qué le va a pegar así a mi hijo y se la va a llevar de arriba?
   Le dio con una fusta y hasta que no desmayó, no dejó de latiguear. Ni la miró, hizo upa al “enjuto”, que miraba con ojos de cielo.
   La Seño curó los hematomas en su casa. Fueron todos sus alumnos a visitarla, el “enjuto” entró primero y corrió a darle un beso con mocos, le puso dos bolsas de hielo en la cabeza y a los demás les hacía —Shshsh!!
   Cuando la Seño retomó sus clases, los chicos tenían los delantales limpios, había tizas de colores, borradores experdidos.
   Al mes los chicos decidieron recomenzar sus actividades latrocidas. Esta vez los ganadores fueron los mellizos. Nadie tocó la cartera de la Seño. Ella entró enojada —¿Por qué vuelven a lo de antes? ¿Eh?
  Hizo un silencio —Ud enseña muy bien, nos deja tiempo para ejercitarnos en nuestra futura profesión, que será robar. De eso, viviremos nosotros y nuestras flías y con la competencia que tendremos, es mejor estar preparados.
   Otro dijo —Seño, no hay trabajo y menos para nosotros.
   Ella miró su calzado sin mediasuela, recordó sus sueldos sin cobrar y el auto que funcionaba, ahora oxidado sobre cuatro ruedas desinfladas para siempre.
   Pensó y pensó, no tenía nada para oponer a la situación de juego-verdad  de los chicos.
   —Tengo algo para decirles: Los quiero mucho, hasta el cielo, ida y vuelta muchas veces.
                                                 

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