Primero dijo el
Lunes 8.30. Esa es una excusa para madrugar a las siete. Desayuno frugal y unos
mates, ducha. Secar el baño en su totalidad. No dejar una mácula, por
consideración. Tendí la cama. Lavé ropa y me puse crema en la cara. Fue extraño
que pudiese hacer tantas cosas, hasta llegar al horario convenido.
Miré el reloj
12.30. —Señor Fabián? Hace cuatro horas que lo espero, perdí mi oportunidad de
las horas extras. Hable más alto por favor.
Ah! Así que le tuvo que terminar el trabajo. ¿Cuándo puede venir Fabián?
(Suprimí lo de Sr, eso no era un Señor) Bueno quedamos así, el Martes a las 15.00.
Me deja sin
siesta, es lo peor que me pueden hacer,
es necesario, debo atenerme a la paciencia.
Alcancé a
terminar de leer para una clase, de cuatro hojas de traducción. Me puso
contenta, que con tiempo escaso terminara la tarea. El reloj marcaba 19.00 —Fabián,
te esperé 4 horas. Sigo con el problema, por favor ¿Cuándo? Y bueno…sí, qué le
voy a hacer, te espero, Jueves a las 16.00.
Miré dos
películas al hilo, no pude creer, 21.00 me perdí 5 hs. —¡¿Qué pasó ché?! Te esperé 5 horas,
sabés lo…? Bueno, lo siento mucho, ¿Entonces cuándo? Ah, mañana a las 14.00 Sí
entiendo.
Había fallecido
su madrina, pero dijo que el sábado.
Consulté con
Cielo, para ver si ella no conocía a alguien para mí. Se preocupó y me dio el
suyo. Fue puntual, pidió permiso para pasar al baño y comenzó a investigar la
pérdida. Le dio un ataque de taladrismo e hizo agujeros en caños nuevos, sin
necesidad, le grité sobre el taladro —¡Roky! El problema es la mochila y el botón.
Y vos, estás haciendo un colador en lo azulejos.
La mochila no la
pudo arreglar y a los agujeros les puso corcho y una capa de cemento.
Hubo una
discusión bizantina, acerca de “yo no te pago”, “me tiene que pagar”, “¡No! Porque”
y “Bla, bla, bla”
—¡Fuera de esta
casa!
Me puso triste
la extinción de los plomeros, la pérdida llegaba hasta los junquillos, ellos se
pusieron contentos y florearon hasta el invierno. 
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