domingo, 22 de octubre de 2017

CARTAS


   El cartel de mi casa decía en letra gótica: “AYUDANTE DE TRADUCCIÓN”, al tipo que lo hizo, un gringo joven y vanidoso le pareció adecuado cambiar el texto por “TRADUCTOR Y CÍA.” Lo felicité por su trabajo, pagué. Me apasiona que la gente viva ilusionada, se les pone el gesto liso y la sonrisa persiste.
   Una mujer vestida de negro entró sin llamar y me extendió una carta, colgaban de sus pestañas dos lagrimitas emocionadas. Pidió que leyera el contenido en francés, idioma ignorado por ella y si tenía a bien contestar en su nombre. Hice la lectura interna para no perturbar a la mujer. Le escribía una amiga que vivía en París desde hacía cinco años. Rogaba que no se hiciera presente en su casa debido a su nueva condición socioeconómica. Sus nuevas amistades detestaban las personas sin ingresos cuantiosos y mal vestidas, como ella. Decía que se aburría, alejar sus nuevos amigos la pondría muy triste. Agregó que la amistad tiene fecha de vencimiento. Total, aburrirse en París o en Buenos Aires daba igual. Una firma de expediente cerraba la carta.
    La mujer, ansiosa de palabras que pude traducir, con diccionario por medio y recuerdos del colegio en la hora de francés. El desprecio y el abandono no necesitan traducción, tienen olor a merde.
    Elegí palabras regias: “Querida Yanina, estoy tan contenta de verte pronto y abrazarnos y contarnos todo y recorrer los lugares donde vivieron los grandes. En estos días tramito tu pasaje, no quiero que gastes en tonteras. Yo, tu mejor amiga, Isabel Adorno, te espero en una casa que se te va a caer el culo. Hay muchos candidatos para presentarte. De los ricos y famosos. Sos tan bella que podrás elegir a tu gusto. Viajá sin maletas, tengo un vestidor repleto de modelos subversivos. Es la moda ¿Viste? Voy a buscarte al aeropuerto. Me late el corazón ante la sola idea que vengas. Mon petit amigá, nos vemos.”
    La mujer vestida de negro exigió que le redactara una respuesta inmediata, pagaría mis honorarios cash.
    “Querida Isabel Adorno: no sé cómo llegaste al máximo de tu hipocresía. Estoy enterada que vivís en Santiago del Estero y ganaste el odio de todo tu pueblo. Siempre fuiste pijotera, pero ignoraba que sos ladrona al servicio de las bestias que nos gobiernan. Me casé con una eminencia de la Francia, tengo dos hijos que son una promesa. Vine a visitar a mi madre y vuelvo con su abrazo genuino. Yanina del Brete.”
    Luego de las cartas me invitó a un restorán de Puerto Madero. Nos tomamos todo, yo simulé el desenfado decontracté de los franchutes. Fuimos amantes por dos días. ¡C’est la vie! ¡Vive La France!
                                          

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