Nuestro Farmacéutico,
muy querido y apreciado por mis padres y después por nosotros. Preparaba
recetas homeopáticas, alópatas o inventadas. Estas últimas daban mejores
resultados que las escritas por los diagnósticos médicos tradicionales. Mi flia
lo bautizó: El Farma Pardal. Su apellido era Paz. —El sólo nombre me tranquiliza.-Decía
mi Abuela-.
Era alto, flaco,
pelo cortado al estilo nazi y llevaba un guardapolvo blanco que iba de su nuez
de Adán hasta el borde de sus zapatos, también blancos. Su esposa y
colaboradora, le llegaba a la cintura, portaba una corona blanca rígida, sobre
su cabeza de cuatro pelos. Cuando nos recetaban inyecciones de calcio o las
reductoras de infecciones, tan densas que se pasaba haciendo cinco minutos de
masajes circulares. Empezamos a odiarlo, cuando descubrimos que no era
necesario dejar ambos glúteos al aire para una inyección. Mi hermano menor le
preguntó: —¿Paz, a Ud le gusta darnos inyecciones?
Él contestó con
voz perversa: —Es lo que más me gusta sobre la tierra.
Mi Madre, luego
de saber aquella respuesta, nos acompañaba.
—Sr Paz, le
sugiero que las inyecciones las aplique más lentas y se evitará tanto masajito
posterior.
Él la miró con
odio. —Sé lo que hago, no necesito sus indicaciones.
Así, terminante.
Mi Madre le pagó y salimos al trote.
—Qué tipo
desagradable, se divorció del bagayo enano y está peor. Lo consultaré con Papi.
Él coincidirá conmigo, no lloren chicos.
Mi Padre, confesó,
que en dos recetas magistrales le había producido una urticaria importante,
primero le pareció natural, pero uniéndolo al relato de Mami, decidió ir a la
Farma, para aclarar lo sucedido. Llegó y estaba cerrada, hermética. Había dos
policías custodiando la puerta.
Paz estaba
dentro, respondiendo un interrogatorio por abuso de dos menores de cuatro y
cinco años.
—¿Y qué
pasó?-Preguntábamos ansiosos-.
Mi Padre abrazó
a mi Madre, gesto que no veíamos con frecuencia y dijo: —Paz, se fue a Calcuta,
para trabajar con la Madre Teresa.
Todos respiramos
tranquilos. La Farma estaría cerrada por siempre jamás.

No hay comentarios:
Publicar un comentario