Hace cuatro días
que espero al plomero. Me baño con tachitos y lo demás igual. No salgo porque
me dijo que si no venía de mañana, sería de tarde, o al día siguiente.
Aparecieron dos pérdidas de gas, llamé al gasista. —Estoy al toque, ando por la
zona.
Ni avisa que se
le rompió la camioneta, puede venir recién la semana entrante. Llovió, llovió,
llovió tres días seguidos, siete goteras superaron baldes y cacerolas. Me
comuniqué con el techista. —No sabe la cantidad de clientes desesperados, a Ud
le doy prioridad, y eso que yo mismo tengo goteras, llego al mediodía o a las
tres, si me desocupo y sino, mañana a primera hora.
Golpean la
puerta, me llevé puesto el perchero. —Hola Martirio ¿Vos tenés luz?
—Esperá que me
fijo, no, no hay. Ahora llamo al electricista.
—Ni te molestes,
es un corte general, seguro.
—No te
preocupes, Soledad. Llamo a la Usina.
—Holá? ¿Usina?
No tenemos…
—El corte será
de diez días consecutivos, cayó todo el cableado y recién vienen de Tornquist,
con suerte mañana.
— Falta agua
también. ¿Y qué hacemos?
—Si tiene pileta
use el agua de ahí. Sino, compre bidones, ¿no junta agua de lluvia? Bueno, haga
lo que pueda, que sé yo…
—Escuchaste lo
que dijeron, Soledad, son unos hijos de puta.
—Mirá, acá los
culpables son la chorra de la Perra y todos los negros de mierda, con cargos o
sin ellos, que robaron lo que pudieron y los imbéciles sueñan que vienen por el
resto. Para encubrir la van de plomeros, gasistas, electricistas, techistas.
Creo que un revólver al menos hay que tener.
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