viernes, 27 de octubre de 2017

HASTA EL AMANECER


   Trabajó toda la vida para el Sindicato de la Destrucción. El tío viejo, que le cedió el puesto, decía: —Ya se sabe, después de una Elección, viene una construcción para mostrar buenas intenciones. Cagamos. Al poco tiempo recuperamos. Nunca les alcanza La guita. Y ahí es donde entramos a tallar nosotros. La gente se arrepiente de haberlos votado y nos vivan como si nosotros pudiéramos.
   —Ya sé cómo es , Tío, ponemo un tipo con cara de boludo bueno y seguimo el baile. Es importante que bailen todos, así se olvidan de los libro, la comida y de pensar, cuanto meno piensen, mejor.
   —Vos, Rubén.-Dijo el Tío viejo-.Viste que la gente se pone en fila, para lo único que son prolijos, uno tras otro y la misma diatriba, con algún cambio o un nombre que se repita setenta años.
   Rubén quedó con Violeta en comer pizza con un vinito, acá en la esquina, en “Clavel del Aire”. Ella le acariciaba el pelo y con voz de lira:  —Rubén, no te metás en política, es un buen laburo, pensá que la Destrucción logró un Sindicato, te aseguran el futuro, pudimos restaurar la casa que nos dieron sin puertas, tenemos el autito, flojo de papeles, pero anda.
   Rubén pidió otro vaso de vino, observando una mosca restregando sus patas hilo en un sobrante de pizza pura grasa. —Sabé qué pasa, Violeta, se va a correr la voz que soy un forro, un cagón, en algún grupo tengo que estar y defendiendo cuando pinte.
   Violeta hizo pucherito: —Estamos esperando un hijo.
   Él era un tipo fuerte y líder, nadie lo quería, pero le chupaban las medias por valiente y estar cerca del poder.
   Fueron a pasar unos días a Las Toninas, él tenía ganas de pescar en el muelle de Sta Teresita. Violeta se cansaba, mucha playa y panza, no lo acompañó. Rubén llevó su equipo de pesca, no fue calzado. “Son vacaciones”, pensaba. Un pibe de doce años preguntó: —¿No me da algo de carnada, Sr?
   Mientras Rubén buscaba en su balde, el pendejo le metió un cuchillazo en la carótida, estaba oscuro, no había casi nadie. El pibe se afanó las cañas, el balde con carnada y veinte mangos. Caminaba despacio, era rengo.
   Rubén se desangró en la punta del muelle, hasta el amanecer todos pensaban que dormía. Violeta tuvo sus primeras contracciones, durante el amanecer. 
                                       

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