jueves, 26 de octubre de 2017

TA-TE-TI


   El Sr Blandengue tenía una mujer que la rompía. No se sabe cuándo, porque él, de las siete de la tarde hasta las cinco de la mañana, tomaba alcohol. Empezaba por los importados y terminaba con los nacionales. El tipo tenía conducta, mesa, silla y solito miraba la noche, los que pasaban o los detenidos por algún quilombo policial. Había un Sr Doctor, vaya a saber en qué mentira, que lo miraba con admiración. Fue el primer novio de su esposa, ésos que las viejas decían: —¡Qué linda pareja!
   Y las jóvenes: —Éstos no van a durar nada, muy ideal y todas sabemos dónde terminan los ideales.
   Esto último lo decía Estelita, envidiosa hasta la operación de nariz. El Sr Dr vaya a saber, miraba a Blandengue y dudaba lo que alguien le contó. El tipo era el matón del Sindicato de la Destrucción. En pedo y todo, mataba perfecto. Bajo su edificio, un pibe viejo le limpiaba el auto en la calle, era paranoico Blandengue, prefería en la calle como la gente, que toboganeaba su clase media a punto de extinguirse. El pibe vestido de rockero, luego de su trabajo, miraba cómo se iba en copas el tipo de la mujer linda. Lo bichaba sentado en la barra, iba con un hermanito para introducirlo en la vida nocturna. —Toto, ¿te podés quedar solo un rato con esta birra?
   Aprovechó a Blandengue en copas y tocó el timbre en lo de su bella mujer. Era un regalo la vieja, lo atendió sin preguntar, cubierta con un portaligas y nada más. Lo agarró del jopo Presley, lo tiró en el sillón.
   —Qué suerte! Apareciste temprano Blanden, ese peinado te queda cool, vayamos a las cosas. 
   Cuando el rockero salió del depto, lo agarraron dos morochos y lo surtieron meta piña y patadón. El boliche quedaba en cruz, la mano asesina del Sindicato cruzó corriendo, pero el rockero tenía la cara hecha mierda, como para darse cuenta que era el lavador de su auto. El hermanito aterrizó en el episodio como un ángel. —Paren un poco Sres, yo al rockero lo conozco, no es capaz de matar a nadie, como el Sr Blandengue. Se trata de una persona buena el del jopo, él mismo me dijo: —Voy para ver una Señora mal atendida, pobre Sra, tan linda que es.
                                                                   

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