miércoles, 4 de octubre de 2017

MINENA


   En el estreno de la película Ninoska, Minena no quiso perder la entrada comprada con antelación, Greta Garbo despertaba su admiración. Cuando terminó la exhibición sintió las contracciones de su primer hija, convencida, dijo al médico: —Nacerá niña y le voy a poner el nombre de mi película preferida.
   No fue concedido su deseo, nació niño. Minena era una mujer que no contradecía nada de sí misma. —El niño se llamará Ninosko, si el padre huyó con otro hombre, yo le pongo el nombre que se me canten las pelotas.
   Su ego ansioso la hizo llamar al hombre que le robó su marido, lo sedujo. Tuvieron encuentros clandestinos durante tres meses. Minena quedó embarazada de su segundo hijo, se lo endilgó a su ex marido, no le gustaba que sus críos tuvieran apellidos disímiles.
   Fue una niña, poco agraciada y flor de desgraciada en su adultez,  bautizada Greta, Minena seguía fiel a su preferida.
   La madre entristecía en las Fiestas Sacras, pero el Fin de Año la revitalizaba. Se comunicó con los padres de los chicos: —Hola!, soy Minena, están invitados a la fiesta de Fin de Año, quiero que seamos una familia completa…  
   Al otro lado se sintió un silencio profundo, denotó una consulta tubo tapado. —Allí estaremos los cinco unidos.
   Ella agregó: —Los ocho, encontré mi mujer ideal, casi no habla, usa un pañuelo de seda en la cabeza y anteojos negros que no se los quita ni para dormir, al igual que su piloto, única prenda que le otorga un aire gretagarbiano. Ninosko se casó con Atilio Culetti, el amigo de su infancia.
    —¿Y Greta? ¿Sigue soltera?-Interrogó el padre putativo-.
   —Greta cambia de novia todos los meses, le hemos pedido que no nos presente más nadie, porque una al final se encariña, vienen de visita y es un papelón cuando confundís los nombres.
                                                   

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