domingo, 1 de octubre de 2017

TE ESPERO, TONTITA

                                                        
   En el campo de mi Abuela, los quesos y las facturas de cerdo se colgaban en jaulas de alambre mosquitero, a la sombra de los eucaliptus. Cuando el sol daba fiero, nubes de moscas rodeaban los fiambres protegidos. —Laura, no les des con el periódico enrollado, es peor, se van para adentro.
   A Ema, su hermana, la exasperaba la testarudez de Laura, tanto como las moscas. Las noches de calor se prendían espirales para espantar los mosquitos. Las moscas se hacían las distraídas y bordaban con sus excrementos, carteles de protesta, por el abuso de poder con respecto a las moscas desaparecidas. Aprovechaban las siestas de Ema y Laura para hacer manifestaciones dónde exigían la aparición con vida de las moscas Mónica Del Plato y su compañera, Tomasa Del Borde. Para ser escuchadas entraban por las chimeneas, sobrevolaban a las viejas durmientes y las puteaban en idioma mosca.
   Años después, cuando Ema agonizaba y Laura sostenía su mano, las últimas palabras fueron: 
   —Ahora, me puedo asomar al infinito, te aseguro Laura, que no es ni luz brillante, ni cielo tranquilo. El infinito está punteado con excrementos de moscas blancas. Vení pronto, Laura, es un espectáculo para compartir con una hermana, aunque sea tontita como vos.
                                                             

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