sábado, 30 de septiembre de 2017

AYUDA SIN IDIOMA


   Un Sr de traje de lino arrugado, y sombrero panamá, portaba un viejo attache, esos que se dejaba un dedo libre, para seguridad de su tapa. Lo observé desde una esquina del Colegio, me había hecho la rata y esperaba el horario de salida. Quedaba una hora y media. Decidí seguirlo, su andar errático resultaba curioso. Caminaba una vereda y cruzaba a la de enfrente. Se detuvo donde convergían tres diagonales, miraba como perdido. Caminé rápido y lo alcancé. —¿Lo puedo ayudar a encontrar su calle?
   Me contestó con un español mal hablado, llevaba un diccionario en  el bolsillo.
   —Oh! Thank you girl. ¿Podrías decirme dónde queda la Escuela Inmaculada?
   —Allí es donde voy yo, lo acompaño, hoy no fui, bueno es complicado.
   Tenía rostro color leche y ojos licuados, celeste bandera. —Sr, es aquí, justo donde estamos parados.
   Llegó un taxi, antes me dijo “Thank you, very much”. Justo cuando se iba a sentar, el taxi arrancó de improviso, le dejó una pierna fuera. El attache se abrió, no alcanzó el dedo sostén, caían dólares y más dólares, corría un viento leve que voló el dinero por aquí y por allá, él me extendió su sombrero, nos entendimos sin palabras. Yo juntaba en su sombrero y él en el attache. Favoreció que la calle estuviera vacía, todos sabemos la antropofagia humana por el dinero. Nos sentamos en un umbral y acomodamos los dólares, ayudé con los que junté en su sombrero. Terminado el trabajo, pidió por celular un remisse, que estuvo al toque. Me dio un beso en la frente, se disculpó por no poder dejar ni un dólar y me enjaretó su sombrero panamá en mi cabeza. —Para explicarte, bueno es complicado.
   Encarné en el sombrero, no me lo quitaba ni para comer. Por suerte pertenezco a una familia disfuncional, ni cuenta que se dieron de mi panamá, original de Panamá.
                                                

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