Tener un hijo es
un problema, tener dos son dos problemas, tres, tres problemas. En la escala numérica,
la cifra ideal es una docena. Los más grandes cuidan a los más chicos, cuando
se enferman están las medicaciones en la heladera, siempre alguno sabe qué
le tiene que dar al otro en caso de
anginas, beri beri, difteria, viruela boba y demás brotes propios de los
primeros años. Sería importante que en las comidas estuvieran todos para ver si
no falta alguno. Van a estar los doce, seguro. ¿Dónde comerían con lo caro que
está todo? Los padres no necesitan grandes ingresos, hay uno que es albañil,
ése arregla todo, otro plomero, otro electricista, el más vivo tiene un taller
de autos. Las chicas cosen y tejen sus propias ropas y las de sus hermanos. Dan
clases particulares. Todos estudiaron con la pura beca. Alguno, médico, sale
siempre, y abogado, ni qué hablar. Son casas donde no entra ni sale la droga.
El más chico suele ser el problemático, fuma porro, trata de convencer a todo
el mundo que no es una droga y hace bien a la cabeza. Estudia psicología, esto
último se lo paga el padre de una novia, con la condición que no la deje
embarazada y lo convide con porro los fines de semana.
Lo que sí les
cuesta a los viejos es echarlos de la casa, bueno no echarlos, pero sí que
hagan su vida en otros lugares. El más grande, tipo cuarenta, afirma que la
adolescencia se extiende más de lo previsto, por lo demás él en su casa se
siente fenómeno. Los padres no quieren tener nietos. No son una flia.
disfuncional y allí nadie quiere complicarse la vida.
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