sábado, 9 de septiembre de 2017

MILICO Y HOSTIA AL PEDO


   Los domingos comíamos en lo de Tony y Gaby, era un rancho con piso de tierra apisonado, cuatro mesas, dos ventanas, una cocina, mesada exigua. Hacían las milanesas más ricas del mundo.
   Sólo íbamos nosotros y llegaban, después de misa, un matrimonio joven con muchos hijos. Ellos vivían a 100 metros, en una casa visualmente larga, con dos quiebres que la presentaban grande,  para las casitas arranchadas perdidas aquí y allá.
   Ésta era de ladrillos, techos planos y enrejada como una prisión. Ellos, dos profesionales de prestigio conocido y un notable crecimiento económico, sano.
   Con Gaby nos preguntábamos quién limpiaba aquella casa más grande que el paisaje, nunca se veía a nadie que no fueran ellos, con tres niños y uno en camino.
   Hablaban poco, raro, los hijitos también hablaban poco. Un día Gaby se preocupó porque pasaban móviles policiales a todas horas, los caminitos eran de tierra y el polvo quedaba suspendido.  Gaby era muy hermosa, por lo tanto discriminada, hasta no fue aceptada en un Taller Alfarero.
   Partieron al sur, no podían sobrevivir con cuatro clientes. Gaby me confesó que por primera vez se iba de un pueblo sin extrañar nada en absoluto. 
   —Además nos quedamos sin conejos.
   Ay, dije yo. —Con lo lindos que son.
   —Y útiles. -Dijo Gaby-. Con eso hacíamos las milanesas.
   Casi vomito, bueno, lo pasado digerido, mejor olvidar.
   Una noche, ausente de móviles, siete camionetas de mudanza se llevaron todo de la casa grande. La flía partió de vacaciones por sólo dos días. Mientras, las mudadoras hacían su oficio, la gente de los ranchos miraba, sin decir, con gestos de perversión en las caras.
   Computadoras a granel, electrodomésticos, mobiliario, ropas, etc, etc, todo. Los policías interrogaron a la gente lugareña, llegando a nosotros que vivíamos en la City y los sacamos del orto. Al cobarde le pegás cuatro gritos, convencido, y se pierden. Tony y Gaby desparecieron el día anterior al robo. La cana paró con su investigación a las 48 hs del suceso.
   La parejita no volvió más a la casa vacía. Pasaron cinco años y no logra venderse.
   Grosero esquema: vigilancia, casa de rico, robo imprevisto, no esclarecido, caso cerrado. ¿Y Tony y Gaby? En Tandil, puertas sobran.
   —Y no te hagás el boludo, que sabés bien de qué hablo.
                                                             

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