No sé qué me
pudre más, el colegio o mi casa. La Srta ni bien me ve llegar empieza a
mandonear. —Violeta, llegaste tarde, cerrá la puerta.
Cómo la odio,
¿qué culpa tengo yo si a mi viejo no le arrancó la camioneta?
—Violeta, es la tercera vez que te olvidás el cinturón
del delantal, va una amonestación y con ésta son trece, la próxima al Gabinete
Psicopedagógico con tu padre.
Pone cara de examen
la bruja.
—Saquen una
hoja, hoy prueba de Matemáticas, Fila 1, Fila 2, Fila 3 y Fila 4.
Me lo sé todo,
es del año pasado, la entrego primera, Sofi me hace señas que no sabe el
resultado de una división, le paso un papelito.
—Violeta
Zurdetti, tenés un uno por copiarte.
Sofi no me
defiende, cerda.
—Srta, yo no me
copié, justo iba a entregar, se lo juro por dios, que me caiga muerta.
—Afuera, al
pasillo, tenés cuatro amonestaciones más, hoy te quedás sin recreo.
Llego a casa
caminando, se rompió del todo la camioneta. Escucho a mi vieja. —Violeta,
sacate el guardapolvo, lavate bien esa manos negras y poné la mesa.
La única que
saluda es Abuela. —Vení que te doy un beso, Niña hermosa. ¿Cómo te fue en el
colegio?
Le miento, es
tan buena. —Recontrabién, Abu, me saqué tres diez.
Siento que Mamá
me lleva al dormitorio a los empujones.
—Escuchame,
demonio mendaz, llamaron de la escuela, nos citaron por tu mal comportamiento,
desde ya te quedás una semana sin salir.
Me dio un ataque
de desesperación cuando mi viejo, me ordenó levantarme de la mesa, sin comer,
encima lo dice con nombre y apellido. —Violeta Zurdetti, a dormir la siesta.
No les voy a dar
el gusto que me escuchen llorar. Debajo del acolchado tengo el celu, mando
mensajitos al chico que me gusta, de paso le cuento que mi vida transcurre de
regimiento en regimiento.
Me da miedo que,
durante la semana, alguna de mis compañeras me lo saque. Lo único que me
tranquiliza es mi valor agregado, me crecieron las tetas, a mis compañeras
todavía no, son tablas. 
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