Omar trabajaba
en un Ministerio, salía a tomar café cada tres horas, se sentaba en un reborde
disfrutando el aroma de los tilos. Hacía unos años, haciendo skate se rompió el
fémur y la rodilla. Sus padres sacaron préstamos bancarios e hipotecaron su casa.
Lo operaron, se hicieron reemplazos con titanio en las zonas afectadas. Hizo
reposo y rehabilitación durante dos años. Al día siguiente de recibir el alta,
decidió retomar skate. Un mal movimiento, con caída, produjo rupturas sobre lo
operado. Pudo caminar con las rodillas que se juntaban y cada paso era un
triunfo. Negó cualquier intervención, había agotado a sus padres con los altos
costos. Él se integró a laburar y dejó sus estudios. Negaba el aseo personal,
le restaba importancia al jabón, al desodorante y al cambio de ropa.
Nombraron una
mina joven, frente a su escritorio. Él se presentó sin ponerse de pie, Sony lo
invitó a tomar un helado durante el primer descanso.
—Acepto, pero cuando
camine te vas a sorprender, además huelo mal…
Sony lo miró
sonriendo: —Te conozco, Omar, antes te veía pasar y como sabrás, en esta ciudad
las noticias dan vuelta a la manzana enseguida, dirás que soy una caradura,
pero tu modo de andar te molesta a vos, a mí no.
Omar la puso
sobre aviso: —Mi olor es insufrible, no me baño nunca…
Ella le dijo: —No
te preocupes, carezco de olfato, me pierdo los tilos, los aromos, las comidas
de mi abuela.
Cada día se
sentía mejor con ella, hubo una propuesta de terminar sus carreras por
internet, fue casual, estudiaban lo mismo. Omar tomaba distancia, no quería
sufrir. Sony era amiga y confidente. Como al pasar ella le pidió sus
radiografías y estudios, él se los llevó porque era el tema que trataban ese
semestre, reparación ósea, el uso del titanio y demás. Lo invitó a su casa y de
una le presentó al padre, un personaje con anteojos culo de botella y dientes
atropellados.
—Mirá, Omar, no sé si esta vaga te dijo, pero soy traumatólogo y
cirujano, tengo un equipo de colegas y tal vez podamos hacer algo con tu
dificultad.
—Gracias, Dr,
pero no quiero que mis padres solivianten algo tan costoso, recién se recuperan…
El padre de Sony
le explicó que su caso, resultó tan interesante para su equipo, que la cirugía
sería gratarola.
Así lo dijo: “gratarola”.
Con eso se compró el “Sí Doc” de Omar.
La operación
estaba programada. Lo acompañaron sus padres
y Sony. Salió todo a pedir de rodilla.
La
rehabilitación los acercó tanto, que nadie sabe bien por qué, Sony le dio el
primer baño. 
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