Te descubrí en
Puerto de Madera, te piantaste a España, Martín Capá El Arroz, plagiador,
calculo que ahora profesional del afano de la palabra.
Yo no creo en el
Nobel, ni en el Planeta, me limpio el culo, con los premios en general, con
perdón de la última palabra. —¡Hola Martín, cuánto hace!, vos no me conocés,
los nadies (lo tomo prestado de un escritor de verdad) sí conocemos a los
patéticos. No sé si fueron treinta o trescientas páginas que te afanaste, las
pusiste al medio, pero un lector avezado te descubrió, con el tiempo bajó el
telón, respondiendo al estilo argento, tapá todo para que no se note la miseria,
ni los miserables.
—Me parece que
te conozco pero no sé quién sos.
—Te vi con el Gordo
Lapata, que está loco como una cabra y te llevó para ¡opinar!, literales tus
palabras, dijiste “Yo vivo en España y la comida no está tan cara como en este
país”. No caíste, nabo, acá hubo más de una década ka, que nos dejó en bolas y
con los malos ejemplos que se expanden: “No
a la cultura del trabajo”, un decreto, por decir algo: “No a la cultura”.
Ahora escribís
un broli que se llama “Hambre”, de más de mil páginas, los lectores se harán
sanguche de hojas. Cómo te gusta la guita, Capa. Te traducen a varios idiomas.
O es mendaz o la gente además de globalizada está boludizada.
Te pregunto —Vos
en España, vivías adentro de un taper y sin oxígeno, no entendiste nada. Mirá
que los gallegos son brutos, pero vos te llevás la copa. Rajá de acá, Martín
Caparrós, ya bastante hijos de puta tenemos, qué venís a tirar mierda,
ignorante. Y vos Lanata, cambiá de psi, porque se te nota algo raro, vos
sabrás.
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