lunes, 11 de septiembre de 2017

MANDALA


   La escalera giraba, la baranda de la escalera giraba y lejos, siete pisos más abajo, el círculo perfecto de un mandala, con otro círculo de diámetro menor y una estrella que giraba por dibujo, no por acción. Las baldosas blancas romboidales salían de la puerta principal y la de servicio, que se juntaban en una arista doble. Teníamos prohibido salir del departamento. Mis primos y nosotros, vivíamos en las casas chorizo de La Plata, donde después de un patio había un pasillo y otro patio y al final un jardín frutoso. En Bs As estaban mis abuelas, que tenían una sala para charlar palabras que no entendíamos. Había tres livings de adorno, por los tapizados.
   —Ésto me aburre, vamos afuera.-Decía Luis-.
   —Está prohibido.-Decía yo, que era obediente.
   —Siempre lo mejor está afuera.
   Y abría la puerta Felipe. —Ponele un almohadón, sino tendremos que tocar timbre, las abuelas son sordas pero atiende María, que es tan santa que está publicada en el rosario. ”Santa María.”
   —Y cocina como “Dios”.-Dijo otro-.
   —Y porque es la “Madre”, está en el rosario también.
   Éramos benditos, corrimos a la baranda, todos apreciábamos el caracol de los escalones, Lucas sabía cuántos eran, porque una vez se animó a bajar. —Los de subir son el mismo número. No estoy seguro, volví en ascensor.
   —Chicos, miren fijo abajo, el círculo más chico gira, si lo mirás te hace volar.-Dijo no sé quién, éramos nueve-.
   —Llevo reloj, le calculamos cinco minutos de mirar sólo eso.
   —Yo no llego, soy petiso, dijo Ángel.
   Lo ayudamos el primer sector de la baranda, no alcanzaba, subió solo al segundo, casi doblaba. Usaba anteojos, vería mejor que nosotros. Cuando llegamos a los cinco minutos nos mareamos, alguno tuvo náuseas. La puerta se cerró, María nos abrió mientras decía nuestros nombres.
   —Falta uno, chicos, ¡ya! me dicen dónde está.
   A ninguno le importó, era una pregunta frecuente. María buscó y nada. Se asomó por la baranda, Ángel estaba en el centro del mandala, se le notaba una sonrisa que pintaba de rojo todo su contorno. 
                                              

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