Este Editor, me
despierta lo peor de mí misma, debe ser porque soy lo peor. Me dijo con esa voz
de perverso sin talento: —No, querida, no puedo aceptar este cuento, le falta,
le falta…no sé qué le falta pero le falta, traé algo mejor mañana, te espero.
Hice uno donde
puse hasta el alma, que me la encontré, hacía mucho que la había perdido.
—No, no y no!
Cuentos con fondo político, a tres días de las elecciones, me quedo sin
Editorial. Muy bueno el cuento, pero ahora no va. Hacete otro, pero ponele
carne a la parrilla, vos sabés.
Me tragué el
odio y le hice uno, con tira de asado, mollejas, chinchulines y una familia
muerta de hambre, que con el olor no más se conformaba. Ellos no comieron
porque la parrillada era de unos corruptos, que vivían en la esquina. La flia
eructó hasta la noche, por la ingesta de humo.
Tardé, más de lo
debido, o de lo que debe De Vido, el tipo me atendió en pijama: —Ah…mija, me
agarrás en un mal momento, mal para vos, para mí fenómeno, la Secretaria dijo
que sí, anda sin un mango la pobre, armé un catre de campaña y me estoy dando
el gusto. Te ruego que por un tiempo, no me traigas material y te doy un
consejo, pensá bien si lo tuyo es escribir.
Antes de cerrar
la puerta, se agarraba la bragueta con la mano, lo demás no lo cuento porque es
un asco. 
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