Al lado de mi depto,
las noches de verano, hay un lugar que pertenece a las torres de la Muni, tiene
escalones, hay techos y columnas. Es una torre alta, que junto a otra, encierran
el Edificio Municipal, más que centenario, puro estilo neo renacentista alemán.
Los que construyeron las torres, no son arquitectos, son bestias. Por las
noches duermen allí grandes y niños, en situación de calle. En el verano, con
sábanas y lo que algunos generosos de mi edificio les daban, era un lugar.
Ahora empezaron los fríos.
Junté en mi
chata todos los colchones de gomapluma viejos, que pude. Mis amigos sustrajeron
frazadas del Ministerio de Acción Social, donde se ocultan desde la época
kakense. Material para aquella inundación, que por historias partidistas, no se
distribuyeron. Entre otras cosas, alimentos no perecederos y ollas enormes. Los
fines de semana hacemos guisos, en siete departamentos de mi edificio. Cada
quién en su cocina, luego los juntamos y se los llevamos.
Es de la buena
gente que agradece lo que le damos nosotros, les decimos que les devolvemos, lo
que los gobiernos les quitaron. La semana pasada, cuatro micros policiales, se
los llevaron a todos. Parece que hubo quejas, aduciendo que la gente en
situación de calle, ensucia las calles. Los indigentes, arruinan el paisaje
mugriento de la city.
Todos nos
reímos, porque primero regresaron los más jóvenes, luego los viejos y los
niños. Compartan la miseria, putos. Tener conciencia visual es el primer paso.

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